Un empresario del que presumir
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Miguel Fernández Morales es un empresario atípico. Ayer recogía en vaqueros, con chaleco de plumas y tapabocas quirúrgico el galardón que reconoce lo que su empresa suma al desarrollo de la región. Que es mucho. Un premio que exige méritos, no uno de esos que ... exhiben algunos despachos de postín previo pago, herederos de aquellos máster del universo empresarial que hicieron fortuna (en realidad, la hicieron quienes los comercializaron) hace algunos años. Bosonit es la empresa que Fernández Morales soñó en Londres y ahormó al lado de Varea. Su crecimiento exponencial no es hijo de un golpe de fortuna. Lo tenía calibrado casi al milímetro. Entre cigarrillo y cigarrillo, el padre de Bosonit se lo explicaba hace apenas cinco años a quien le quisiera oír, sin darse importancia y cargado de pasión. En ese tiempo la ha liado parda en el mundo del 'big data' y del 'machine learnig'. No me pregunten qué es. Solo puedo decir que Miguel es de Logroño. Un triunfador atípico. El joven empresario del que presumir.
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