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El empleo ha afrontado con una aparente fortaleza, causante de tanta sorpresa como admiración, el doble tsunami que han supuesto la covid y la guerra en Ucrania. Esta última se inició apenas un mes y medio después de la entrada en vigor de la reforma ... laboral, cuyo principal objetivo era dotar de una mayor estabilidad al mercado de trabajo. Lo ha conseguido. Los 471.000 cotizantes sumados el pasado año por la Seguridad Social, que ha consolidado la afiliación en niveles récord por encima de los 20 millones, hablan bien a las claras de tal entereza. También la reducción del paro por debajo de la barrera de los tres millones. Sin embargo, esa optimista lectura se ve necesariamente corregida después de que el Gobierno haya admitido que el ejercicio cerró con 443.000 trabajadores fijos discontinuos que, pese a estar inactivos, no figuraban en las listas del desempleo. Una cifra que casi coincide con los puestos creados en ese periodo, que pierde así brillo.
El modelo está pensado para cubrir empleos estacionales de forma intermitente. Con la reforma laboral, que ha reducido de forma drástica los supuestos en los que se pueden firmar contratos temporales, su uso se ha disparado para sustituir a una parte de estos últimos. La particularidad de que esos trabajadores no figuren como parados mientras están sin ocupación, incluso aunque cobren el subsidio de desempleo –la mitad lo hace–, ha generado una fuerte controversia, acentuada por la tenaz negativa del Gobierno a aclarar cuántos se encuentran en tal situación. La supuestas dificultades técnicas alegadas por el Ministerio de Trabajo que impedirían conocer los datos fueron desmentidas la semana pasada, mientras esa excusa esgrimida por última vez, con su envío al Senado en una respuesta por escrito al PP en lo que a todas luces parece un fallo de coordinación en el departamento que ha acabado con meses de ocultismo.
Como bien dice la vicepresidenta Yolanda Díaz, los fijos discontinuos nunca han sido contabilizados como parados. Que deban serlo o no cuando resulta discutible. Tras el espectacular crecimiento de ese tipo de contrato –un 118% el pasado año–, lo es menos, si se quiere tener una imagen ajustada del mercado laboral, la necesidad de conocer cuántos de esos empleados se hallan en activo. Con las cifras en la mano, la evolución del empleo es menos brillante de lo que presumía el Gobierno, pero no deja de ser muy meritoria en un contexto tan complicado.
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