Secciones
Servicios
Destacamos
Se abre el telón y se para el mundo. Se abre el telón... O no se abre. Lo bueno del teatro es que puede pasar ... en cualquier sitio: en la plaza del pueblo, en un mercado, en un solar vacío, en una antigua iglesia, en un andamio destartalado, en las calles que recorre, incansable, Asterión, el minotauro, en una caseta de feria...
Y también en un escenario, claro. Hasta en un escenario vacío.
El mes pasado, en el Bretón quisieron celebrar el Día del teatro abriendo sus puertas a deshoras para llevarnos a los espectadores al otro lado del espejo. Como a Alicia. Al país de las maravillas. Así que los que normalmente solemos estar sentados en la oscuridad del patio de butacas o en la altura de los anfiteatros pudimos ver, por una vez, todo lo que pasa en el teatro cuando parece que no pasa nada.
Esa tarde, recorrimos el Bretón con un mapa distinto al habitual, pudimos subir, bajar, entrar en los camerinos, pasear por el foso de la orquesta, descubrir lo que son los hombros..., en fin, movernos a nuestras anchas. Y también subirnos al escenario, claro, para ver de cerca lo que casi nunca se ve. Lo que solo ven las actrices y los actores cuando son Laurencia o Nise o Patroclo o Segismundo, pero, sobre todo, lo que ven quienes habitan los recovecos donde normalmente no mira nadie. Porque de eso se trataba. El teatro, como todos los lugares acostumbrados a ser muchas cosas distintas, está en constante movimiento. Hay telas que se extienden o se recogen, objetos que cambian de sitio, que entran y salen de escena, trampillas que se abren, focos que suben y bajan... Y quienes hacen eso posible, casi sin que nos demos cuenta, son ellos.
Teresa, Josune, Camino, Manuel, Jacinto, Micky, Fernando, Iratxe... nos acompañaron en el paseo insólito y nos llevaron, por una vez, a su terreno, al de los que trabajan al otro lado del espejo: técnicos, maquinistas, eléctricos, sonidistas...
Por una vez, los que llenaron el escenario fueron ellos. Y así nos enseñaron las entrañas del teatro y nos contaron todo lo que pasa cuando parece que no está pasando nada. Y lo mejor fue que nos desvelaron los trucos sin hacer desaparecer la magia.
Cuando empecé a escribir esta columna, todavía con la visita tan reciente, pensé que era una pena que fuera a pasar un mes antes de que se publicara. Pero Luego, al caer en la cuenta de que se iba a leer el 23 de abril, me pareció que el tiempo jugaba a su favor. Porque en la celebración del Día del libro, no puede faltar el teatro. Y lo que pasó esa tarde en el Bretón fue justamente eso, puro teatro.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Valdecilla agota las plazas MIR de Anestesia y de Ginecología
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Destacados
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.