Elijan ustedes la consonante

Les comunico este asunto para que experimenten, señores lectores, que también los ricos tenemos disgustos y hasta podemos pasarlas canutas, por si a ustedes les sirve de algún consuelo en medio de esta gota fría. Vamos a ver: ¿quién de ustedes se encuentra en tal aprieto que necesita abrir su piso a la gente que pasa por la calle para que esta lo visite, lo curiosee y pague siquiera la voluntad a fin de mantener esa mansión?; ¿alguien ha efectuado esa operación tan turística, cultural y desprendida a fin de pagar la hipoteca? Pues ahí tienen, estimados leedores, al duque de Alba que ha abierto al público tres de sus principales mansiones para poder mantenerlas; no ha tenido más remedio que darlas a conocer a la plebe. ¿Por qué?, se preguntarán los cautivados por la presunta generosidad de la nobleza; y un simple niño o una niña cualquiera que haya finalizado la ESO le responderá a usted con encantadora inocencia: «Por ser acaudalado».

Si reflexionan ustedes levemente, observarán que de manera algo semejante a esta última clase de ricos obran esas personas que acuden atropelladamente a ciertos estudios (¿?) de televisión a enseñar sus trapos sucios con más jeta que espalda porque en esa desfachatez son adinerados. Y, ahora que me acuerdo, ¿quiénes tienen más cara, estos individuos e individuas o los del Congreso de Madrid? ¡Ah, pillines, han picado! La mayoría de los lectores ha pensado que los segundos. Pues no, señoras y señores. En contra de las múltiples andanadas que en estos días están recibiendo por doquier, yo defiendo su sinceridad, sentido de Estado, inteligencia y solidaridad -por este orden- para con sus conciudadanos, sobre todo, para con los más necesitados. Así lo siento porque, cual el de Alba y los vendedores de exclusivas, han abierto paternal y maternalmente, de par en par, las puertas de España a unas nuevas elecciones para enseñar sus intimidades de nuevo a sus súbditos (dispénsenme por esa última palabra utilizada). Y es que los ricos y algunos de los que cobramos buenos sueldos somos así, y el que no esté de acuerdo, ajo y agua. Felicidades, cariños: a votar o a botar, elijan ustedes la consonante.