La noticia me impactó. Suponía subir un peldaño más en la escalera de reivindicación de esta libertad de cartón piedra, tan de moda, pero los titulares no dejaban duda. «En España ya se puede ir al cine en pelotas». Para dejar constancia del hecho, en ... los informativos aparecían unos señores entrados en años quitándose el calzoncillo en una sala de cine y mirando a cámara repanchingados en los asientos como si les hubiera tocado la lotería. La verdad es que cada vez resulta más complicado escribir un artículo sin pisar los pies de la veracidad. El periodista necesita replantearse una y otra vez si la noticia viaja con gato encerrado o es simplemente la justificación de otro derecho adquirido.
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Está lo del barro, las dudosas filtraciones y que los ciudadanos hemos acabado manipulados como fichas de parchís. A esto hay que añadir que la estupidez humana se empeña en ganar la partida, y posee la osadía de creer que puede hacerlo, así que como periodista que soy hice el esfuerzo y me adentré en la lectura del artículo. Gracias a Dios y como suponía, encontré que, bajo el efectista titular, estaba la productora de una película que estrenaba en los cines un 'thriller' navideño donde había escenas de desnudos.
Suspiré aliviada. No me apetecía nada que un exhibicionista con carné de nudista legalizado me robara la concentración de disfrutar de la gran pantalla. Alguien había hecho una estupenda campaña de marketing utilizando a esos locos por desvestirse a cualquier hora y en cualquier lugar y había logrado trepar hasta los informativos de televisión.
Muchos nos hemos desnudado en una cala recoleta para zambullirnos en el mar o poner los glúteos al sol, pero de ahí a ir al cine en pelotas va una prudente distancia. La noticia tenía una doble lectura, o al menos a mí me lo pareció. El respeto a la diferencia es una de las mayores conquistas de nuestra sociedad, pero empiezo a sentir que debo ponerme picajosa porque el personal, sin leer lo que, entre comillas, explicaba la escena, comentaba el asunto en plan jocoso.
La utilización de una campaña publicitaria para abrir la puerta de atrás a un despropósito debería avisarnos de que algo no funciona, de que desaparecen los márgenes en los que se escribe el relato de nuestras costumbres, porque lo esencial es que la distribuidora y la productor de la película anuncian, junto a diferentes asociaciones naturistas, la propuesta 'Cine al natural' como los berberechos, al natural.
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