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Efectos de una votación

El futuro inmediato no puede seguir encorsetado entre la debilidad parlamentaria del Gobierno y la oposición a todo trance del PP

Sábado, 5 de febrero 2022, 01:00

La reforma laboral fue convalidada este jueves gracias a que un diputado del PP se equivocó al votar telemáticamente y a pesar de que los dos de UPN desatendieron las instrucciones de su partido. Lo sucedido en el Congreso resta brillo a un cambio legislativo ... de gran relevancia, fruto del diálogo social. Pero su valor jurídico en ningún caso queda a expensas de que haya grupos que recurran la votación a la Mesa del Congreso o de que el parlamentario Alberto Casero pida amparo al Tribunal Constitucional por considerar que fue vulnerado su derecho de representación y participación política. La legitimidad democrática de la decisión de la Cámara baja es incuestionable, ya que se procedió acorde a su reglamento y a las resoluciones adoptadas por su Mesa. Resulta inverosímil que la votación del diputado popular por Cáceres pasase del no al sí a causa de un «posible» error informático. Lo irregular hubiera sido que volviese a votar presencialmente para corregir su fallo. La peripecia de la convalidación de la reforma laboral evidencia, por una parte, la endeblez parlamentaria del Gobierno de coalición y, por la otra, la oposición a todo trance con la que el PP parece querer acortar una legislatura que, por momentos, ofrece señales de agotamiento. Es probable que, en lo inmediato, los integrantes del bloque de la investidura que se distanciaron de Pedro Sánchez en el pleno del jueves actúen con más tiento para preservar esa mayoría de aluvión y que el presidente evite experimentar de nuevo con aproximaciones de 'geometría variable'. Pero, como ocurriera con el rechazo a los Presupuestos que desembocó en la convocatoria de las generales de noviembre de 2019, pasadas un par de semanas volverán a aflorar discrepancias de calado entre La Moncloa y sus aliados. A ello invita la apertura del nuevo y prolongado ciclo electoral. Y no solo a ERC, al PNV o a las distintas familias de Unidas Podemos. También al propio PSOE de Sánchez. Pero ni los partidos del Gobierno ni los que orbitan en torno a él pueden pretender optimizar sus expectativas políticas a cuenta del poder y la influencia que manejan amagando al tiempo con precipitar el calendario electoral. Del mismo modo, el PP está obligado a atender sus compromisos en autonomías y ayuntamientos, y a articular como primera fuerza de la oposición una alternativa programática en positivo que contribuya a serenar la vida pública. Porque nada bueno puede esperarse de una política agotadora.

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