Hace unos días compartí una conversación con un compañero de ARAG-Asaja, también agricultor, sobre cómo era la vida de nuestros padres y abuelos trabajando la tierra. El compañero recordó el tractor de su padre. «Tenía el techo de lona», dijo sonriendo con cierta añoranza, ... lo que lo convertía en un auténtico infierno en verano y no ofrecía ninguna alternativa de abrigo en invierno. Tiempos duros los de entonces, concluimos. Aquella conversación podía haberse quedado ahí, si no fuera porque el compañero prosiguió: «Y le pagaban el cereal mejor de lo que lo pagan ahora». Tiempos duros los de hoy.
Publicidad
Es nuestra realidad, no es ficción ni exageración. Es lo que hoy significa dedicarse a la agricultura y la ganadería en La Rioja, en Guadalajara, en Vigo, en Córdoba o en cualquier otro lugar de Europa: pasarlas canutas para llegar a fin de mes y plantearte casi todos los días si merece la pena seguir o abandonar tu explotación, tu forma de vida, lo que siempre has querido hacer.
La situación que arrastran los agricultores y ganaderos en estos momentos es claramente alarmante: un año y en algunos casos hasta dos de dura sequía que ha mermado las cosechas; tras varios años de encarecimiento de todos los bienes de producción como son las semillas, piensos, abonos y combustibles y con unos precios de venta que no permiten repercutir costes. Estamos al límite. Llevamos años reclamando un cambio en las medidas que se aplican en España y, sobre todo, en Europa. La Política Agraria Común que rige nuestros destinos nos está ahogando. La normativa europea está plagada de burocracia, exigencias medioambientales que complican la viabilidad de nuestras explotaciones y que se basan en un paradigma ambiental completamente ideologizado. Es triste que no se reconozca nuestro esfuerzo y compromiso con la sostenibilidad, con el respeto por el medio ambiente a partir de prácticas agrarias como la producción integrada, el control biológico de plagas y la agricultura ecológica. La gente del campo es la que siempre ha cuidado la tierra y la que puebla los pueblos asegurando su supervivencia.
Por eso, no es de extrañar que hayamos estallado. Que lo que ocurrió en Francia, en Alemania, Bélgica o Portugal durante el inicio del año tuviera su réplica en España y en La Rioja. Los tractores salieron a la calle como ya lo hicieron en 2021, 2022 y 2023 en un clamor conjunto mezcla del hartazgo y la impotencia de agricultores y ganaderos ante la sordera de los políticos y las instituciones.
El próximo 9 de junio se celebran elecciones al Parlamento Europeo. Es una buena oportunidad para que los futuros eurodiputados y eurodiputadas se comprometan de verdad con el futuro de la agricultura y la ganadería europeas:
Publicidad
- Para reformar la PAC, simplificándola y eliminando la burocracia que no deja de ser un impuesto encubierto para agricultores y ganaderos
- Para exigir que se cumpla de forma estricta los acuerdos comerciales con terceros países y se introduzca las cláusulas espejo en los mismos. No puede ser que nos asfixien en prohibiciones y que luego abran las puertas de par en par a productos de terceros países que no cumplen ni con una mínima parte de esas exigencias. Se llama competencia desleal.
- Para legislar y garantizar precios justos para el campo. Que se cumpla la ley de una vez, la Ley de la Cadena Alimentaria.
- Para que se invierta en infraestructuras hidráulicas que permitan optimizar los recursos que tenemos. La situación que vive el campo es desastrosa debido a la sequía. Y sin agua no habrá alimentos.
Publicidad
- Para que la ganadería extensiva e intensiva recuperen la importancia que se merece. Ya basta de políticas que nada tienen que ver con el bienestar animal, sino que obedecen a un buenismo ecologista sin rigor científico. Cualquier ley que afecte a este sector debe contar con estudios de impacto y criterios de evidencia científica.
- Para que el sector sobreviva hay que asegurar el relevo generacional con medidas de apoyo real, dando prioridad a los jóvenes en la concesión de ayudas, bonificaciones económicas y propuestas fiscales.
Publicidad
- Para garantizar que los seguros agrarios cubran las necesidades de las explotaciones y que sean realmente una herramienta útil ante los cada vez más frecuentes desastres meteorológicos.
- Para sacar al lobo del Listado de Especies en Régimen de Protección Especial (Lespre) y asegurar su convivencia con la ganadería extensiva.
En definitiva, para proteger nuestro sector, para dejarnos hacer lo que mejor se nos da: cuidar la tierra, cultivar y producir alimentos de calidad, vivir de nuestro trabajo, tal y como lo hizo san Isidro, al que hoy, como cada 15 de mayo, veneramos, al menos, mientras nos dejen.
¡Oferta 136 Aniversario!
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.