Una ecuación bien resuelta
In memóriam: Hermano Domingo Miguel Sánchez* ·
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In memóriam: Hermano Domingo Miguel Sánchez* ·
Al hermano Domingo le rezumaba el carácter en equilibrio con las buenas intenciones con la que cargaba el corpachón que embutía en una sotana oscura, raída y casi siempre tiznada de clarión cuando los maristas aún vestían hábito talar. Cargaba su generosa corpulencia y una ... cabeza privilegiada que almacenaba números, ecuaciones, incógnitas, exponentes y divisores con los que iba haciendo escuela radical: o descubría al alumno las matemáticas como un mundo infinito y mágico o hacía que éste las aborreciese para los restos. Sin término medio. Sin grises. Tal como era su carácter. El «Odi et amo» del famoso verso de Catulo hecho hombre.
Pío de los de «a Dios rogando y con el mazo dando», encontró indiscutiblemente su razón de vivir en dos principios que adornan el frontispicio de la causa marista: la educación de los niños y la formación cristiana. Y si en la primera el esfuerzo sin límite los mostraba como alimento del éxito, en la segunda lo era la Virgen María, su referente primero, tal como reza el lema que san Marcelino Champagnat, el fundador de la orden que abrazó Domingo, legó a sus hermanos: «Todo a Jesús por María».
De sus números, de sus oraciones a la Madre, de sus visitas a algún centro benéfico y de sus broncas se han alimentado algunas generaciones de logroñeses y riojanos. No en vano pasó 30 años en el colegio San José cuyo patio, el mismo que hoy aparece fantasmagórico en las pesadillas de la ciudad, recorría cada tarde-noche de cada día, de cada semana, de cada mes, de cada año con su inseparable rosario entre las manos.
El hermano Domingo falleció el miércoles. Tenía 92 años y hasta hace no demasiado aún se hacía notar en la casa del colegio de Lardero en la que los maristas mayores pasan su 'jubilación'. Antes de llegar allí, anduvo por media España. Pero su impronta indeleble la dejó aquí, en Logroño, cerca de su Cervera natal y de su ermita de la Virgen de los Remedios de Gutur. Y de sus incontables alumnos, a los que recordaba con una memoria ejemplar. Por ellos trató de que la asociación de antiguos alumnos, su Ademar, tuviese vida. De hecho, si alguna vida tuvo fue mientras él aún fue capaz de mandar unas cartas, de dar un telefonazo, de escribir un e-mail (¡que también!).
Quede con la Virgen y con Dios, hermano. Vaya tranquilo que aquí dejó la ecuación de su vida bien resuelta.
(*) Domingo Miguel Sánchez , hermano marista, falleció el miércoles a los 92 años.
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