Las frustradas negociaciones entre el Gobierno y el PP para renovar el Consejo General del Poder Judicial han elevado los decibelios del insoportable ruido que domina el debate político y agudizado la polarización hasta unos extremos que hacen inviables los consensos básicos que necesita el ... país. El deterioro de la economía, que ya ha comenzado con un brusco frenazo del crecimiento por la sostenida escalada de los precios y la guerra en Ucrania, probablemente intensificará aún más la crispación según se acerque la doble cita electoral del próximo año, cuyos resultados dependerán en parte de la confianza que ofrezcan los distintos partidos por su comportamiento durante la crisis y del reparto de responsabilidades sobre ella que hagan los votantes. Por lo tanto, un hipotético empeoramiento de la situación a corto plazo no tiene por qué provocar automáticamente un vuelco en el poder si quienes ahora lo ocupan hacen valer su relato o juegan sus cartas mejor que la oposición.
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Alberto Núñez Feijóo ha fiado su estrategia para alcanzar la Moncloa a un oscuro panorama económico, del que culpa al Ejecutivo. Los indicadores constatan un fuerte parón de la actividad, que se intensificará por la persistente espiral inflacionista y por la agresiva subida de los tipos de interés para contenerla. El fantasma de una recesión se acerca sin que las autoridades que la descartaban hace unos meses se atrevan ya a hacerlo con la misma firmeza. Todo esto es tan cierto como que el descontento social por el disparado IPC no tiene reflejo en las encuestas electorales. Es más, en las más recientes el PP reduce su ventaja sobre un PSOE al alza que parece rentabilizar su ofensiva de desgaste del líder de la oposición, basada en cuestionar su moderación y solvencia.
Antes de que entren en vigor, la credibilidad de las proyecciones en las que se basan los Presupuestos de 2023 han quedado seriamente en entredicho. Pero los populares no debieran solazarse en ello cuando varios puntales de su discurso económico también han sufrido reveses. Lo es que la presidenta de la Comisión Europea avale el impuesto a las energéticas y el tope ibérico al gas que cuestiona Núñez Feijóo. O la incapacidad del PP para desmontar la exagerada equiparación entre el disparatado paquete fiscal que ha costado el cargo a la ex 'premier' británica Liz Truss y su reiterada defensa de una rebaja tributaria, eje de una alternativa que habrá de actualizar con propuestas atractivas y realistas.
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