Échate un mosto, lehendakari

Échate un mosto, lehendakari, y lo hablamos. Lo dicho, le envidio la calma, porque a mi la verdad es que este asunto hace que el cuerpo me pida sacar el trabuco.

Veamos. Esto de Viñedos de Álava no va a ir a ninguna parte. Si Europa lo admite, que está por ver, quedará como una cosita que esta ahí para vender sus vinos en los batzokis que compren eso de 'Arabako Mahastiak'.

Lo gordo vendrá después. El PNV quiere una denominación de origen para Rioja Alavesa, con su consejo regulador propio que controle solo él. Para eso hace falta un cambio legal que, horror, depende de Madrid.

Y eso de depender de Madrid siempre es mala política cuando el que está por medio es el PNV. Da lo mismo en esto que esté el PP o el PSOE en La Moncloa. Para los dos el mecanismo es el mismo. Llegará un día en el que necesiten los votos vascos para salvar un nosequé. Y entonces, oh sorpresa, en una comisión del Congreso un jueves por la tarde aparecerá una enmienda que hará posible que Rioja Alavesa deje de ser, a todos los efectos, parte de Rioja.

Como lo que ha pasado con la pelota, que ahora de golpe ha resultado ser poco menos que el deporte nacional del País Vasco y a los demás que nos zurzan. Tendremos partidos del Mundial con la ikurriña contra la rojigualda, que es el sueño húmedo del PNV, con las gradas llenas de gudaris viviendo el asunto como una guerra de la independencia vascongada. Y un pasito más en el raca-raca.

En fin. Ojalá resulte que la estrategia de Andreu funciona, y que el perfil bajo y el no poner el grito en el cielo a lo Agustina de Aragón (que es lo que me pide el cuerpo, repito) sea lo que hay que hacer.

Porque si no, Rioja Alavesa tendrá un consejo propio regado con la generosa hacienda foral. Y con el mundo por montera, se perpetuará la falacia de que Rioja Alavesa es calidad y selección, y el resto de Rioja un vinacho de pueblo malparío.

Y entonces, amigos y amigas riojanos, sí que estaremos fastidiados. Mejor nos dedicamos al mosto.

No están los tiempos para (más) deslocalizaciones. Cada empresa que se va y no vuelve es una herida para La Rioja, tan necesitada de ir remontando ese regusto a cuesta abajo que nos dejan los números de los últimos años.

Por eso es de saludo y vuelta al ruedo el éxito del Gobierno de La Rioja a la hora de garantizar que Standard Profil diera marcha atrás y, en lugar de llevarse una de sus empresas a Mendavia, hiciera lo contrario. Y así, vía una intervención imaginativa de la ADER con compra de nave y alquiler de por medio, Talleres Lispar se quedará, sumará 80 trabajadores a los 180 que ya tiene y seguirá pagando sus impuestos en esta tierra.

Viva y bravo, en fin. Las cosas están ya de esa guisa: la necesidad es pelearse cada empresa como si fuera la última, aprovechar si hay dinero, sudarse el futuro de cada parcela de cada polígono.

Otro debate es la peligrosa deriva que toman las comunidades cuando han de salir a una subasta fiscal de la que las empresas se aprovechan. Pero no somos nosotros quienes hemos empezado en esas guerras, ni quienes, en fin, solemos ganarlas.

Hace unas semanas pasó por la redacción Ana Tejada con su medalla de oro. Ya lo dije por aquí: aquello fue un soplo de aire fresco que nos quitó a todos quince años. Bueno, casi.

Hoy otra riojana aún mas joven quiere seguir sus pasos. La selección sub 17 en la que Sara Ortega es titular juega hoy la final del Mundial. Cruzo los dedos.

Si ella quiere, claro, veremos a Sara con su medalla por la redacción en unos días. Sea de oro o de plata. Y qué quieren que les diga: me alegran especialmente los éxitos de estas mujeres que sueñan con ser Alexia Putellas sin que nadie les regale nada. Mucha suerte, Sara.