Echar el cierre
A la última ·
Casi todo lo que nos pasa nos sucede allí, entre la melodía chillona de las máquinas tragaperras, el guirigay de las voces y el ruido metálico de los tres euros al dejarlos sobre el mostradorSecciones
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A la última ·
Casi todo lo que nos pasa nos sucede allí, entre la melodía chillona de las máquinas tragaperras, el guirigay de las voces y el ruido metálico de los tres euros al dejarlos sobre el mostradorNuestras vidas se pueden contar por bares. No hablo de la unidad de presión, aunque hay días en los que también, sino de los locales donde echarse un trago al coleto. Casi todo lo que nos pasa nos sucede allí, entre la melodía chillona de ... las máquinas tragaperras, el guirigay de las voces y el ruido metálico de los tres euros al dejarlos sobre el mostrador.
En un bar me tomé mi primera caña, en un bar me dejaron plantada, en un bar conocí a mi santo, en un bar me hicieron mi primera oferta de trabajo, en un bar me presentaron a mis mejores amigos, en un bar me refugié tras el penúltimo fracaso, en un bar bailé hasta caer redonda al suelo y en un bar aprendí la sociabilidad y el desencanto, tal y como escribió Claudio Magris, otro que era de barra fija. Y he visto cómo todos y cada uno de esos bares echaban el cierre, dejándome huérfana hasta que volvía a encontrar otro hogar de acogida.
Twitter era, es aún, el último bar. Ahí estamos, intentando hacernos hueco a codazos. Riéndonos, coqueteando, hablando como loros, vomitando, luciendo nuestro ingenio, vendiéndonos, exponiendo nuestras miserias, lamentándonos, mosqueándonos, gritándonos, pegando puñetazos en la barra como borrachos enfadados. Dicen que la nefasta gestión del nuevo dueño va acabar con la aplicación, y los parroquianos se despiden y comienzan a buscar otro local donde reunirse. Pero yo ya estoy demasiado mayor para cambiar de bar. Y aquí sigo, atada al taburete, esperando a que bajen la persiana mientras publico otro tuit idiota. A ver si, al final, me despisto y cierran el garito conmigo dentro, como aquel tipo que se quedó atrapado en un bar de León porque se durmió, cieguísimo, en el cuarto de baño. Todo es posible.
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