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Haría un par de semanas que leyó que cara a 2024 iba a cambiarse la prueba de acceso a la Universidad. No le pareció mal. Dicen que el que no va con el tiempo, se va con el tiempo. En esta ocasión, y para asegurarse ... de que las cosas se harían de la mejor forma posible, alumnado de diez comunidades (entre ellas la de La Rioja) habían ensayado hasta qué punto se estaba acertado con el cambio.
Un cambio que según decían incorporaba muchas más preguntas de reflexionar, interpretar y asociar textos, que el tradicional examen de exponer solo los contenidos memorizados en Bachillerato. En resumen, que con todo lo que a él le había costado meterse en la mollera la lista de los reyes godos o la escala de dureza de Mohs, por poner un ejemplo sencillo, ahora va y a los nuevos bachilleres se les iba a juzgar por su habilidad en interpretar y asociar textos e imágenes. ¡Valiente chorrada!, pensó, así salen hoy en día los jóvenes.
¡Pues no estaba de acuerdo!, y como no estaba de acuerdo y se sentía discriminado, ¿saben qué fue lo que hizo?, pues consiguió hacerse con algunas de las preguntas que habían puesto en el examen y encerrándose en el despacho se dispuso a cronometrar el tiempo que iba a emplear en contestarlas.
Y así, tras ojear por encima los cuadernillos que contenían las diferentes preguntas, decidió comenzar por las de 'Lengua y Literatura'. Entre otras razones y gracias a la excelente memoria que tenía, siempre se le había dado bien la Literatura. Así que abriendo el cuadernillo y esperando tener la suerte de que le cayese algo del Siglo de Oro, leyó: «Rosa Montero, Jorge Manrique y edadismo». Relacionar los tres textos que se aportan (un artículo sobre la vejez, de la periodista Rosa Montero; una copla de Jorge Manrique y una infografía del Ministerio de Sanidad sobre el edadismo). Todos ellos referidos a la brevedad de la vida. No siguió leyendo. No entendía nada. ¿Eso era Literatura? ¿Edadismo? ¿Qué coño era el edadismo?
Antes de abandonar, busco el cuadernillo de Matemáticas. Como él era de ciencias siempre se le habían dado bien las 'mates'. Abrió el cuadernillo y entre contenidos más habituales sobre funciones y gráficas matemáticas, leyó la pregunta: «¿A partir de qué momento, tras la ingesta de alcohol, un conductor puede estar seguro de que no supera el límite establecido?».
No siguió. Guardó los cuadernillos en el cajón de su mesa. Luego estuvo un rato con la mirada perdida entre los anaqueles de la biblioteca. Una frase no dejaba de darle vueltas por la cabeza. «El que no va con el tiempo, se va con el tiempo». No había sabido responder a las preguntas del examen, pero había aprendido que cada época tiene su método. Y todo esto y por supuesto sin querer menospreciar ni a los reyes godos, ni al bueno de Mohs, el de la escala de dureza.
Y hasta el domingo que viene si Dios quiere, y ya saben, no tengan miedo.
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