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A Emiliano García-Page, sonriente presidente de Castilla-La Mancha, le suele perder la incontinencia verbal. Lo de hablar por no callar es muy suyo. Le gusta la salsa y el mambo. Meterse en todos los jardines y en los charcos sin botas y a ... lo loco. Lo del pirulí y el tonto. El Viernes de Dolores vinculó a un «duelo» celebrado en Haro el origen del foco de coronavirus que se ha cebado con Tomelloso. García-Page ha oído campanas pero le ha despistado la mascarilla. Les sonaba lo del duelo y ya. Le ha librado de uno, de un duelo, con Laura Rivado de contraparte que no estamos en el viejo Oeste. Como Lee Van Cleef y Clint Eastwood en 'La muerte tenía un precio'. Está hasta el moño la alcaldesa de la foto que se está dando de la ciudad desde que se desató el brote, la epidemia y la pandemia global, por este orden. Pero en vez del Colt, la Rivado se ha limitado a sacar una nota, a pedirle que rectifique y a llamarle imprudente. Por menos mataron a Liberty Valance.
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