Drama humanitario
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La avalancha de ucranianos que huyen de la guerra suscita una ola de solidaridad y pondrá a prueba los resortes de acogida de la UESecciones
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La avalancha de ucranianos que huyen de la guerra suscita una ola de solidaridad y pondrá a prueba los resortes de acogida de la UEDos millones y medio de ucranianos –mujeres y niños en su inmensa mayoría– han dejado atrás sus hogares y a parte de sus seres queridos en poco más de dos semanas para huir a otros países ante el pánico desatado por los inmisericordes bombardeos de ... las tropas rusas contra la población civil. Se trata del éxodo más masivo y acelerado desde la Segunda Guerra Mundial, lo que ilustra sobre la magnitud del drama humanitario al que asiste Europa. Las impactantes escenas de familias deambulando por estrechas carreteras o hacinadas en trenes, con los rostros surcados por el horror y sus escasas pertenencias en una maleta, han conmocionado a la opinión pública. Ese 'shock' se ha traducido en una gigantesca ola de solidaridad que ha hecho aflorar de nuevo lo mejor de la condición humana, en contraste con la despiadada violencia desplegada por el Kremlin para arrasar la antigua república soviética. Una vez más, la sociedad española ha estado a la altura de las circunstancias con una calurosa respuesta.
Los estados fronterizos con Ucrania, con Polonia a la cabeza, han acogido con los brazos abiertos a buena parte de los desplazados, que en muchos casos carecen de un destino preestablecido más allá del deseo de alejarse del terror. Resulta llamativo que algunos de esos gobiernos figurasen entre los más beligerantes a recibir refugiados en la crisis migratoria de 2015. Un cambio atribuible a la mayor cercanía cultural de los actuales, que además son considerados víctimas de un enemigo común y no despiertan recelos xenófobos. La concesión sin precedentes a ellos de un estatus especial por parte de la Unión que garantiza mecanismos de protección inmediata facilita un complejo proceso que requiere grandes dosis de coordinación institucional comunitaria y en cada país. El reparto de los fugados y la garantía de unas condiciones dignas que cubran no solo sus necesidades de alojamiento estable, sino también educativas, sanitarias, de apoyo económico y de cualquier otro tipo constituye un desafío que pondrá a prueba los mecanismos de acogida de la UE.
Reconforta la solidaridad mostrada por nuestro país mediante el envío de ayuda humanitaria y la movilización para brindar un hogar seguro a ucranianos que, tras la invasión rusa, aspiran a labrarse un futuro fuera de su tierra. Esa actitud demuestra un firme compromiso ético con quienes sufren los estragos de una guerra que es preciso detener cuanto antes.
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