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A mí me sacó una vez al escenario Moncho Borrajo y me empezó a decir cosas con ese verbo suyo superdotado mientras el auditorio se derrumbaba en un reventón de carcajadas. Borrajo era como una manguera abierta que se le hubiera escapado al jardinero lazando ... por todas partes bromas sobre mí. La gente se volvía loca en sus butacas; entre una risotada y la siguiente yo los veía coger aire como las carpas de la Grajera y se secaban los ojos dando patadas contra el suelo. Me lo pasé mejor que el público, hay que saber reírse de un mismo y siempre me he tomado con humor mis imperfecciones; bajo la pantalla del ordenador tengo un muñequito de Drácula que me regalaron una vez porque mis colmillos gigantescos son el sueño húmedo de todo odontólogo. Soy así y es lo que hay, la vida ya es bastante complicada como para andar inventándose nuevas preocupaciones.

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larioja Drácula