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Donaciones

CHUCHERÍAS Y QUINCALLA ·

Teri Sáenz

Logroño

Domingo, 19 de septiembre 2021, 02:00

La eclosión del coronavirus puso del revés todo el sistema de salud, relegando programas vitales como el de donación y trasplante para priorizar la atención de los pacientes COVID. Con el conjunto de los recursos volcados en atajar la pandemia, lo demás quedó en segundo ... plano. Las UCI se coparon de enfermos en estado crítico por el virus, los protocolos saltaron por los aires y hasta los vuelos donde viajaban los órganos que conceden segundas vidas se quedaron en tierra. En un escenario de mengua de las intervenciones, las dudas alcanzaron a la otra parte de la ecuación. ¿Cómo responderían ahora los potenciales donantes y sus familias a la posibilidad de ceder una parte de sí mismos en un entorno de tanto dolor e incertidumbre? La ola de reconocimiento a los profesionales sanitarios invitaba a pensar que la solidaridad no cejaría. En el bando de los pesimistas, la restricción de las visitas de los suyos a los pacientes en sus horas finales y una interacción menos próxima a sus cuidadores presuponían más recelos y desazón. Varias olas después, el balance final habla por sí mismo. La tasa de consentimiento sigue inalterada sobre el 86% en España, con cotas que en La Rioja continúan llegando al 95%. El dato se traduce en la mejora del bienestar de los receptores e incluso su supervivencia, pero lo que no evalúa la estadística son los valores de generosidad, reciprocidad y empatía con el prójimo que lleva adjuntos. Si, como reflexionaba esta semana en Logroño la directora de la ONT, la donación de órganos y tejidos evidencia el tipo de sociedad que somos, quizás aún queda un resquicio de esperanza en nosotros mismos.

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