Doña Urraca de Cañas

Viuda a los 26 años, ingresó doña Urraca en Santa María de San Salvador de Cañas, monasterio en el que ejerció como abadesa hasta su muerte, en 1262. La sala capitular acoge su bello sepulcro gótico y el edificio en general muestra el incomparable ábside cisterciense de la nave principal, así como el retablo mayor de Guillén de Holanda, con pinturas de Alonso Gallego.

Días atrás, sin embargo, supimos por la Guardia Civil que un habilidoso ladrón había logrado penetrar en la abadía, antes del maldito coronavirus, y llevarse diferentes objetos de valor que, por suerte, han sido ya recuperados.

Pese a las campañas publicitarias y reportajes para revitalizar el turismo interior aprovechando la pandemia, la abadía sigue cerrada a los cientos de visitantes que aparcan sus vehículos y se quedan con la miel en los labios. La campaña de verano está perdida.