'DOMINICUS'. LA EXPOSICIÓN

Deshecho el entuerto, traté de adentrarme en el (inexistente) discurso expositivo a través del claustro, si bien tuve que limitarme a deambular de forma errática, a disfrutar de un buen número de joyas artísticas, a repasar las escuetas cartelas situadas junto a las obras y a horrorizarme con el remate final del Playmobil.

A fin de salvar la papeleta, el comisario de la muestra ha aprovechado la reciente rehabilitación de las tablas del retablo de los Milagros del coro para mostrarlas por separado, fuera de todo contexto y sacando muy poco partido de las magníficas pinturas de Alonso Gallego y Andrés Melgar. En el mismo lugar que las tablas ocupan desde el Renacimiento en el interior de la catedral, el visitante se topa con una gran lona de dudoso gusto que reproduce las obras.

Al menos con 'Dominicus', la ciudad del Santo ha desaprovechado un singular milenario que no se cumple todos los años.