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No acierto a distinguir en qué se diferencia la famosa second life ('segunda vida') de la primera. Ni yo mismo de mi avatar. Pero ahora se llevan mucho lo de la segunda vida y el avatar. Yo creo que sólo responde a razones comerciales, para ... vender videoconsolas, o videoconsuelos. O criptomonedas. Se le llama metaverso y suena bien, desde luego. Metaverso. Molón. 28.600.000 en entradas en Google, a las 11:32 hs. del sábado. A las 12: 25 hs., 31.500.00. Y subiendo. Es una marca o un producto aparentemente nuevo que viene, sin embargo, a recalificar algo tan antiguo como la especie humana: la extrañeza que supone a cada momento el vivir, el estar; los extraños que continuamente nos hace, pues eso, la vida; la alteridad constante, hasta el punto de no saber dónde estás ni quién eres, o quién responde a tu nombre o habla o actúa por ti; ese tipo que dice ser tú, aquel que cada noche te persigue, el que te espera, el que te sueña: el que te espía.
Ya lo cantaba Rubén Darío: «Yo soy aquel que ayer no más decía/ el verso azul y la canción profana». Ahí: los días azules y el sol de la infancia: espacios y tiempos ya más extraños para un adulto que cualquier simulacro de ubicación, que cualquier metaversificación. Ahora llaman avatar, tu avatar, al personaje que recorre los lugares de una segunda vida, tu segunda vida, creados por un dispositivo virtual. Y puedes verlo atravesando habitaciones de una casa 3-D: el metaverso, que está como para entrar a vivir. Pero, lo que digo, para vida alterada o vicaria la corriente de cada día. Te levantas muchas mañanas y cada acción o estancia de tu casa, por lo que sea, por lo que has soñado, porque no estás muy católico, porque el día ha salido oscuro, porque tenías que hacer algo y no te acuerdas qué o habías quedado con alguien y no recuerdas quién, porque anoche viste el capítulo final de una serie y te sientes como huérfano, por lo que sea que el pasillo, el baño y la cocina te parecen familiares a la vez que perfectamente desconocidos, y andas lento, un pelín catatónico. Esto es muy común en nuestra vida cotidiana, ¿verdad?, pues ahora es lo último en tecnología existencial, y se vende el pack completo: metaverso con todo, tres habitaciones, baño y trastero y tu avatar incluido. Luego está, por no dejar al verso en paz, el 'multiverso', que es más de lo mismo. Más no, mucho más. Es el verso vitaminado por Marvel, dopado por Marvel. Un embrollo de mundos, a cada cual más cojonológico, que diría Manolo de Las Rivas.
A la chavalería le trae loca lo del multiverso. Se hacen la ilusión de cambiar de universo cada dos por tres. Se lo sacan del Manga. Es la caña. Yo también jugaba de niño, en el patio del colegio, o en casa, a cambiar de mundos, pero eran mundos que nos podíamos permitir, baratitos, pobreznos. Ahora los universos son blockbusters. Cuando te haces mayor te das cuenta que casi todos los mundos imaginados se parecen y que el multiverso duro, las realidades más paralelas y diversificadas –hasta la irrealidad– se producen en tu entorno más estrecho e inmediato: un día ves más diferencia, una diferencia alucinante, entre tu salón y tu oficina que entre el Sanctum Sanctorum y el Tibet del Doctor Strange. Es más, Benedict Cumberbatch resulta mucho más extra-dimensional, más multiverso, más extraño, cuando lo ves hacer en el teatro de príncipe Hamlet con sus múltiples pliegues (y pliegos: de palabras, palabras, palabras), o en funciones alternas de doctor Frankenstein o de su criatura, que cuando lo ves transformarse de doctor Barnard en Ming el implacable. Para universos paralelos, ya digo: la república de tu casa, o Elsinor o el Ártico. En fin, que como diría Antonio Resines si tuviera que anunciar versos en vez de Másmovil: si tú le quitas a un verso el 'meta' y el 'multi' y lo dejas sólo en verso; por ejemplo, un verso, sin meta y sin multi de Góngora, un verso gongorino, pongamos de la Fábula de Polifemo y Galatea: «Mudo la noche el can, el día, dormido,/ de cerro en cerro y sombra en sombra yace», pues ya está hay todo lo que precisa un universo. Paralelo o en diagonal. Lo que te lleva realmente a un sitio donde nunca has estado antes. Lo que te convierte de verdad en otro. Una segunda vida.
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