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Acostumbro a leer cada año el discurso presidencial en la ofrenda del primer mosto a la Virgen, el día de San Mateo. La estructura es siempre la misma: tópicos, entorno, mensaje y frases hueras.
El vino que da nombre a nuestra tierra (esto han probado ... a decirlo de varias maneras), el otoño y el lienzo de belleza única, el arte de la espera y la crianza, la calma... En el entorno, este año, la pandemia y la guerra, por supuesto. De la inflación no se ha dicho nada.
Ocasiones hay en que el contexto (la nueva organización común del mercado del vino, las plantaciones, los vascos...) exige colocar un mensaje entre los tópicos y algún año, esto le llegó a dar al discurso un carácter épico («¡no pasarán!» decía don Pedro cuando la reforma de la OCM). Es una ocasión pérdida para que quienes nos gobiernan muestren su conocimiento de la historia del Rioja y de su presente.
Este año, en que el discurso lo ha hecho por primera vez una mujer, me hubiera gustado que se reivindicara el protagonismo de las mujeres cosecheras en la historia del Rioja y se hubiera hecho, siquiera, referencia a alguna de ellas, por ejemplo a doña Ramona de Albiz, aunque fuera vasca. La señora presidenta solo dijo: «Donde me tengo por mujer del vino».
El mensaje de este año es el de la unidad. Si quienes han redactado el discurso hubieran seguido el rastro de la historia comprenderían que el Rioja es el resultado de ciclos de crisis, acuerdos y desacuerdos y también de tensiones.
En el origen del origen, hace casi un siglo, no estuvieron todos. No hubo unidad y no pasó nada. Exigió acuerdos.
Entre las frases hueras de este año me ha gustado mucho este párrafo: «La originalidad es la garantía que debemos seguir preservando a toda costa. Es la unidad que nos ha hecho fuertes y distintos, que nos ha hecho absolutamente inconfundibles en el escenario vitivinícola. De la unidad depende la originalidad y viceversa. Que nadie se engañe ni confunda a nadie».
Señora presidenta, por muchas vueltas que le doy no logro saber qué quiere decir cuando afirma que «de la unidad depende la originalidad y viceversa». ¡Menudo lío!
A continuación dice: «Que nadie se engañe ni confunda a nadie». Me imagino el tono serio y contundente al pronunciar este remate del mensaje.
Si el discurso lo hubiera hecho otra persona hasta aquí habríamos llegado, lo que se queda muy escaso para quien aspira a trasformar La Rioja y a «reinventar el futuro del Rioja» porque «nos encontramos en el momento de convertir la tradición en vocación de modernización integral para potenciar todas las dimensiones del vino, aplicándolas a nuevos formatos que permitan, su proyección, conocimiento y comercialización».
Este párrafo introduce la traca final del discurso: «Somos un referente puntero en el panorama mundial del vino». Se apuntala este aserto con el anuncio de que se organiza y celebra aquí la séptima conferencia mundial sobre enoturismo. Me pregunto: ¿cuántas regiones aspiraron a ello?
A ese eje estratégico que es la Enorregión se dedican los últimos párrafos, que vienen a remachar que con este proyecto se pretende «impulsar de manera integral la transformación verde y digital de la cadena del valor del vino, potenciar la generación y trasferencia de conocimiento y recuperar el patrimonio vitivinícola acumulado durante siglos para crear una oferta enoturística única».
Me decepciona saber, señora presidenta, que ahora la recuperación del patrimonio vitivinícola no se haga en aras de que el paisaje sea reconocido patrimonio cultural por UNESCO y para protegerlo, sino en aras del turismo (qué turismo, ¿ese que todo traga y traga con todo?).
No se hizo referencia en el discurso al Enodatalake, anunciado hace unos meses, otra de las piedras angulares del proyecto para «reinventar el futuro del Rioja» (¿Olvido o abandono?).
Termina el discurso con el consabido «¡viva el Rioja!», en esta ocasión acompañado por otro viva a la tierra y a las manos que lo hacen.
Leo estos días de retiro al gran Delibes en conversación con uno de sus hijos sobre el cambio climático y me he guardado una imagen: si toda el agua que hay en la tierra estuviera en una garrafa de cinco litros, el agua dulce ocuparía apenas una cucharilla.
La he recordado al pensar en la larga historia del Rioja y el tiempo que usted, señora presidenta, tiene por delante para «reinventar el futuro del Rioja». Que el Señor y sus asesores le ayuden.
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