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Ser inspector jefe de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) se le antoja a este lego una responsabilidad reservada a gente seria, grave y circunspecta, como el Poirot de Agatha Christie o el Watson de Conan Doyle. Gente sensata, solvente y escrupulosa en ... su responsabilidad; adusta, incluso, si hace al caso. Vamos, de esa gente que si dice que llueve, es que llueve. Y que si menta que el PP de La Rioja enjalbegó 200.000 del ala en un santiamén de puente aéreo Agoncillo-Barajas-Agoncillo, con escala en la plaza de la Marina y almuerzo frugal en el número 13 de la calle Génova, es que eso va a misa. Morocho, que así apellida el superintendente de la UDEF, habló ayer en la Audiencia de las cuentas de ese señor del que usted me habla. Y de los 200.000 para La Rioja anotados con caligrafía de bachiller acelerado en los papeles de la ignominia pepera. Sus togadas señorías dirán, pero lo del jefe de la UDEF suena afinado. Que a falta de otras explicaciones, qué quieren que les diga que no haya dicho ya Morocho.
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