El difícil anhelo de aparcar

Aparcar el coche en Logroño sin tener una plaza privada o sin pasar por caja es cada día un anhelo más complicado y más cara. El proyecto de ciudad que el Gobierno municipal desarrolla desde el inicio de la legislatura da prioridad al peatón frente ... al automóvil. Y lo hace de una forma rotunda siguiendo modelos que ya se han implantado, o están en ello, en no pocas ciudades españolas y europeas. Y como en aquellas, y como en cualquier intento de cambio sustancial, no faltan los reproches de quienes no ven más allá de los inconvenientes. Entre ellos, el del aparcamiento, donde se alimentan de razones porque las plazas que van desapareciendo de las calles de Logroño no han sido correspondidas por otras en nuevos aparcamientos disuasorios o compensatorios. Aunque también es cierto que, además de esas plazas, son precisos cambios en los hábitos de los conductores en Logroño. Nuevos usos más allá de olvidarse de la doble fila, que con tanta ligereza se ha practicado en la ciudad, que atañen, entre otras, a esa costumbre de hacer de las plazas públicas de aparcamiento espacios de uso privativo para largas, cuando no infinitas, estancias de autos casi inamovibles.