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La verdad es una alegría que entre tanta preocupación como estamos sufriendo sobre nuestro futuro inmediato no se pierda del todo el buen humor. Deben de tener razón los soseras nórdicos cuando dicen que en España siempre nos tomamos los problemas a broma. Yo creo ... que exageran, pero es evidente que a veces tienen algo de razón. Lo recordé el jueves por la tarde.
Estaba amenazando con estallar la tormenta y cuando corría hacia el coche escuché la voz de una personalidad conocida de la vida política diciéndome: «Cuidado con lo que escribes, Diego, que vuelve Stalin». No supe a que venía semejante aviso y acerté a responder: «Bueno, pero Siberia queda muy lejos». Sólo cuando ya estaba al volante el informativo de la radio abrió con la noticia de que la dirección del PSOE había expulsado del partido a su ex secretario general en Euskadi, Nicolás Recondo Terreros.
Alguien comentó a continuación que era un aviso contra la libertad de opinión. Luego la presentadora añadió que Ione Belarra, líder de los restos de Podemos, advirtió a la creadora de Sumar – el el partido de extrema izquierda que lleva la voz cantante ante un posible Gobierno de Pedro Sánchez – que Irene Montero, la promotora de la ley del «sí es sí», que tanto agradecen los presos por violación o acoso sexual, tiene que continuar como ministra de Igualdad.
«¡Qué prisas!», creo que exclamé entre el ruido del motor. Todavía no hay Gobierno, todavía está pendiente de la investidura el primer candidato a presentarse a la investidura y «esa rubia», -- como describió un colega a Yolanda Díaz viéndola reírse ante un golpista aún sin juzgar -- ya repartiendo ministerios desde su cuarto puesto entre los grupos del Congreso de un gabinete pendiente de una negoción que implica traficar con la Constitución, y quizás violarla, para conseguir el poder.
El ambiente en la calle y no digamos en los círculos políticos, está más que caldeado. Muchos responsables de la desestabilización que se ha creado ante las amenazas para la libertad y la estabilidad democrática que tanto ha costado conseguir, da la sensación de que no escuchan a los ciudadanos que en julio votaron mayoritariamente justo lo contrario de lo que ahora se quiere hacer. La indignidad ante un delincuente cobarde como la cometida por la que parece ser mujer fuerte de la situación, para bochorno general, es lógico que despierte inquietudes y hasta miedo.
Pensar que puedan conseguir su empeño político los que no dan sensación de reflexionar sobre la imagen de falta de respeto a la democracia y de insensatez negándose a escuchar a la opinión pública, cuesta entenderlo y asimilarlo. Muchos ciudadanos se preguntan, «¿Cómo es posible que después de una guerra civil con medio millón de muertos y cuarenta años de dictadura, alguien pueda permitirse atentar contra la libertad y la convivencia que la Constitución garantiza?
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