Estos días se aproxima el final del año electoral que había comenzado con la esperanza de que los 9.000 millones de personas que habitamos el planeta recobrásemos algo de sensatez y la convivencia se vaya imponiendo a las ideologías, a las ambiciones de poder ... e incluso el respeto a las creencias religiosas. Estaban previstas elecciones en más de setenta países. Entre las que despertaban mayor interés y preocupación las norteamericanas celebradas este martes y cuyos resultados, complicados por los diferentes sistemas horarios, conoceremos a lo largo de la mañana.
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Las elecciones, que es el recurso que goza de mayor perspectiva, también a veces derivan en conflictos abiertos como ocurre en Venezuela, donde las ambiciones del régimen autoritario están echando manos de resortes, empezando por el fraude en el recuento de los votos, para continuar detentando el poder frente una mayoría de votantes que aspira a cumplir la voluntad popular. El recurso al dictamen de las urnas es sin duda el recurso más respetable, pero hay bastantes casos en que sirve como pantalla de situaciones contrarias.
En Latinoamérica, un continente proclive a las dictaduras, la democracia se va imponiendo, con las excepciones de Cuba y Nicaragua donde regímenes comunistas detentan el poder siguiendo la tradición que creó la desaparecida Unión Soviética refundada en muchos aspectos por Vladímir Putin, quien, por cierto, se apuntó una victoria manipulada unos meses atrás para seguir gobernando otros seis años.
Las democracias en Asia tienen el estigma de China, que continúa bajo un régimen comunista lo mismo que Vietnam. Pero sí ofrece el ejemplo de India, que con 1.300 millones de habitantes de diferentes culturas, etnias y religiones, es la primera democracia el mundo, seguida por Indonesia y Corea del Sur. Mientras las dictaduras de base religiosa como Arabia Saudita, Irán o el grueso de los países árabes continúan manteniendo Gobiernos autoritarios de origen familiar o militar.
Esta dispersión de situaciones constituyen un abanico de derechos de los ciudadanos y de su libertad. A la cabeza están, como es bien sabido, Estados Unidos como primera potencia militar y económica que la convierten en la más importante e influyente del mundo. Su sistema democrático permanece fiel a la constitución. Los norteamericanos votaron este martes al presidente más poderoso y cuyo nombre, objeto de polémica alimentada por el bipartidismo imperante despierta el interés mundial.
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