La retirada de Biden de la carrera electoral estaba cantada desde que comenzaron a delatarle algunos lapsus que ponían en duda su capacidad para mantenerse en la Casa Blanca otros cuatro años. La sorpresa es que los líderes demócratas no tuvieran bien atada la alternativa ... a la crisis posible de su candidato que se venía rumoreando y muchos reclamaban. Faltan tres meses y la renuncia forzada de Biden sigue sin tener clara la alternativa. La candidata más probable, y recomendada por el propio Biden, es la actual vicepresidenta Kamala Harris. Será una buena opositora a Donald Trump, ya que tendrá a su favor el voto femenino y el de la población afroamericana. Pero la realidad es que ejerce la vicepresidencia sin protagonismo y ahora es poco menos que desconocida.

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El grueso de la opinión pública nacional e internacional considera que Donald Trump, a pesar de figurar en la historia como el peor presidente de sus predecesores, tiene las máximas posibilidades de regresar al Despacho Oval, donde tan malos recuerdos dejó. La suerte le acompaña: la memoria es flaca y casi se olvidó ya del intento de golpe de Estado y que recientemente fue reconocido por la justicia como un delincuente. El atentado que ha sufrido le ha proporcionado la doble suerte de salir casi ileso y de incrementar su popularidad. Ahora es un claro favorito, que su entorno ya anticipa como vencedor entre la euforia de sus seguidores fanáticos y el miedo que su gestión causa a los demás. Muchas de sus propuestas asustan y no sólo dentro de los Estados Unidos, también en el resto del mundo. Asusta que un personaje tan polémico se convierta en la máxima autoridad internacional cuando vuelve a cundir miedo a una tercera guerra mundial.

La suerte está en el aire, pendiente de que Harris se confirme como alternativa, consiga consolidarse y evite que vuelva Trump a agitar la paz que a duras penas se va manteniendo. Sus buenas relaciones con Putin en plena guerra de Ucrania, sus reservas ante la OTAN que no responde a su medida y su escasa simpatía por la Unión Europea, a la que intentará frenar en su evolución económica anticipan malos augurios. EE UU no es un país más con el que se pueda tratar cara cara. Es la primera potencia mundial y la que determina muchas de las grandes decisiones que influyen sobre toda la humanidad. El miedo a Trump, recuperado el poder y quizás con actitud revanchista, se extiende a los cinco continentes. Con él en la Casa Blanca se incrementan las dudas, la desconfianza y el temor a despertarse un día con una sorpresa grave.

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