La gratitud no es algo que se prodigue en los últimos tiempos, pero a veces además puede resultar nefasta hasta para quien la recibe. Es lo que le está ocurriendo a Pedro Sánchez. No la despierta a menudo entre el grueso de sus electores y ... cuando la gana de manera inoportuna se le vuelve en contra de su propia imagen.
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Tres meses atrás, cuando los terroristas de Hamás, que gobiernan en la Franja de Gaza en contra de la propia Autoridad Palestina, lanzaron un ataque a traición contra Israel, varios jefes de Gobierno europeos viajaron a Jerusalén a solidarizarse con las víctimas. Sánchez, que presidía la Unión Europea, fue una excepción.
Cuando unos días más tarde intentó enmendar el error, olvidó que Israel es la única democracia auténtica del Próximo Oriente, cuyos habitantes viven bajo amenaza permanente, y en sus declaraciones incurrió en la simpatía que el terrorismo de Hamás despierta entre algunos miembros de su coalición, y poco menos que le brindó su apoyo.
Israel reaccionó, expresó una dura protesta diplomática y retiró a su embajadora en Madrid hasta que el ministro de Exteriores suavizó la tensión y pudo regresar. Hamás por el contrario, enseguida alardeo como ejemplo el respaldo de España y puso en evidencia a su presidente prodigándole una gratitud que dejó su imagen en entredicho en los ámbitos internacionales.
Pero Sánchez no escarmentó con aquel ridículo y, cuando, pocos después, la milicia hutí, que apoyada por Irán mantiene la guerra en Yemen, comenzó a atacar a la navegación comercial por el mar Rojo, crucial para la economía mundial, presidió un consejo comunitario para adoptar medidas que fueron aprobaron por unanimidad, pero él anunció que España no participaría.
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Apenas trató de justificar la ausencia alegando que no disponía de capacidad, cuando en otros momentos alardea de que España mantiene desplegados por el mundo más tres mol militares defendiendo la paz, incluida una unidad naval integrada en la Operación Atalanta desplegada en la Zona. Estados Unidos reaccionó con desagrado y así se lo expresó Biden a Sánchez que rápidamente intentó ocultar y enmendar tan desafortunada decisión.
Pero ya era tarde, los terroristas huthíes que lanzan los cohetes y drones contra las embarcaciones civiles que transportan mercancías vitales, difundieron un mensaje de gratitud al Gobierno español por su actitud valiente secundando su iniciativa en solidaridad con sus amigos de Hamás. Estábamos en Navidades y Pedro Sánchez no brindó muchas oportunidades para rendir explicaciones.
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Tampoco es necesario ir tan lejos para explicar que la imagen del presidente del Gobierno se vea empañada a veces por la inoportuna gratitud de sus beneficiados. Tras el bochornoso pago a Bildu por apoyo a la investidura cediéndole la Alcaldía de Pamplona, algunos dirigentes del partido heredero de ETA alardearon de haber conseguido gracias al PSOE el primer paso para la integración de Navarra en Euskadi.
Alguien con despacho en la Moncloa movió la cabeza y exclamó: «¡Con lo bien que estarían callados!».
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