100 días y 57 fotos
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El 13 de julio del 2018, José Ignacio Ceniceros convocó a la prensa en La Fombera para repasar su gestión al frente del Palacete. Año y medio después, su sucesora reunió a los medios de comunicación en esa misma estancia para revisar sus ... cien días en el Gobierno de La Rioja. Resulta tentador establecer las inevitables comparaciones, en busca de analogías y diferencias. Entre las primeras, la misma propensión a la grandilocuencia; entre las segundas, una puesta en escena que escapa de la vocación por el gris marengo que distinguía al anterior Ejecutivo. Por ejemplo: así como Ceniceros apostó por la mesa corrida, Concha Andreu optó por el taburete. Y como sello distintivo principal, su firma en el cristal que se asomaba al parque del Iregua, vecina de una iconografía formada por tres cifras (las que forman el número 100) construidas a partir de fotos. De 57 fotos donde sale ella.
Sobre ese telón de fondo se explayó la presidenta en su comparecencia. Le escoltaban sus nueve consejeros mientras atendía su palabra la corte presidencial, formada por los equipos de cada titular de cada departamento: ahí reside otra de las diferencias formales que dejan como recuerdo estos tres meses largos del Ejecutivo de Andreu. Ceniceros se rodeaba sólo de sus colaboradores más cercanos, mientras que Andreu apuesta por el formato coral. Un nutrido grupo de asesores sigue sus pasos, tanto en cada pleno del Parlamento como en apariciones como la de este martes, que se sitúan en la misma línea discursiva de su antecesor, tendente a recopilar sus hazañas en un folleto, que en el caso de Andreu se reparte a los periodistas sólo cuando la compareciente ha terminado de hablar. Se trata de ese tipo de piezas que la prensa antigua bautizaba como resumen de lo publicado. Novedades, otro día.
Pero lo más interesante de su intervención no figuraba en ese folleto. El núcleo duro de su mensaje dormía en esa especie de enmienda a la totalidad del pasado que surge cada vez que Andreu toma la palabra. Ignorando que precisamente porque los riojanos votaron concederse cuatro años con otro Gobierno (y a ser posible, otro estilo), ella está ahora en el Palacete. Revisar la historia, con esos severos reproches al PP ahora que no puede o no quiere defenderse, capitalizó la parte central de su intervención, que tuvo un mérito adicional: que Raquel Romero le prestara atención, a diferencia de lo que suele suceder en el Parlamento.
Así pudo enterarse Romero de que su jefa se confiesa decidida a recuperar para La Rioja el talento disperso, incluyendo el hasta ahora desperdigado por tierras de Don Quijote. Y pareció sorprenderse cuando la presidenta proclamó que la Consejería de Participación «es una inversión para La Rioja». Romero hizo entonces una mueca. Concluida la rueda de prensa, se integró entre los consejeros que paseaban por la sala mientras el resto de altos cargos atacaba un tentempié prenavideño en una sala cercana. Al margen de todos ellos se veía al equipo de Romero, alrededor de su propia melé. Y lejos de La Fombera, la (otra) jefa en la sombra: Henar Moreno. La que garantiza 100 días y cuatro años. Y 57 fotos.
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