Secciones
Servicios
Destacamos
Los servicios de Inteligencia de Estados Unidos informaron la semana pasada de que Rusia invadiría hoy Ucrania. Una previsión considerada verosímil por distintos responsables occidentales, como revela el cierre de legaciones en Kiev y la insistencia en la salida de sus nacionales de aquel país. ... El Ministerio de Defensa ruso anunció ayer la retirada de algún batallón de las proximidades de la frontera ucrania, un movimiento que es preciso analizar con prudencia antes de determinar si se trata del inicio de una esperanzadora desescalada o forma parte de una estrategia de confusión. El hecho de que esa maniobra coincidiera con una solicitud del Parlamento para que Vladímir Putin reconozca la independencia de las regiones ucranias de Donetsk y Lugansk, y que el líder del Kremlin denunciara la existencia de un «supuesto» genocidio en esa zona prorrusa –escenario de un conflicto bélico desde 2014– tras reunirse con el canciller alemán, Olaf Scholz, demuestran que la tensión sigue lejos de remitir.
Moscú no ha respondido formalmente a las misivas con las que tanto Estados Unidos como la OTAN atendieron a sus requerimientos. Su ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, argumentó ayer que la desescalada en Ucrania exige el cumplimiento de los acuerdos de Minsk de septiembre de 2014 y 2015, e instó al Gobierno de ese país a dialogar «directamente» con las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, que de facto fueron reconocidas como tales al ser firmantes del primero de esos protocolos. Desde entonces Ucrania ha experimentado cambios políticos de calado al distanciarse abiertamente de la égida rusa y aspirar a su integración en la UE y en la OTAN. Unos cambios que se hicieron especialmente patentes en las elecciones de 2019, de las que Volodímir Zelenski salió como rotundo ganador, y que Rusia busca revertir con su acoso a ese país.
El Kremlin está empleando una estrategia oscilante, que pretendería dividir a la UE y a los integrantes de la OTAN para alzarse como superpotencia y, al mismo tiempo, aislar a Ucrania convirtiéndola en una carga incómoda para los aliados occidentales. Ni la Unión ni la Alianza Atlántica pueden conceder esa victoria a Putin sin arriesgarse a que Rusia la interprete como una señal propicia a la expansión sin límites de su área de influencia, que apuntalaría su autocracia y su deliberada apuesta por sembrar de incertidumbres el futuro de las sociedades abiertas.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.