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Tras la euforia desatada entre las filas republicanas por el desembarco de Donald Trump en la Casa Blanca, toca tentarse la ropa en Estados Unidos para comprobar las consecuencias de sus primeras medidas, anunciadas a golpe de decreto. Su beligerante política en materia de inmigración, ... economía y contra la diversidad tiene todos los ingredientes para elevar las tensiones en la propia sociedad civil, especialmente en la población de origen latina, señalada por el mandatario con sus advertencias. El anuncio de deportaciones masivas no sólo en la frontera sur sino en las grandes ciudades alejadas de México refleja la realidad de un país en el que viven casi 50 millones de personas extranjeras –la mitad de ellas latinoamericanas–, de las que alrededor de una cuarta parte carece de documentos o está en trámites de conseguirlos. La mayoría se agrupa en California, Texas, Florida y Nueva York. Aquí estarían los objetivos marcados en rojo por el presidente en su reválida, que ha ordenado un despliegue de 1.500 soldados para controlar la línea divisoria con sus vecinos mexicanos.
Las políticas migratorias que Trump plantea a la brava amenazan con provocar un problema de desarraigo y de estigma racial, cuando la realidad es que la población residente de origen latinoamericano, que asciende a 65 millones de personas –gran parte con raíces en México–, tiene un peso sustancial en el balance económico. Aporta más de 3 billones de dólares al Producto Interior Bruto –el 20,9% del PIB de Estados Unidos entre 2011 y 2021–, lo que le convertiría en la quinta economía más fuerte del mundo. Muchos de ellos apoyaron a Trump en las pasadas presidenciales, en las que logró su mejor porcentaje de voto latino con promesas como la rebaja de la inflación.
Si lo que realmente plantea en el fondo el presidente –por cierto, de origen alemán por vía paterna y escocés por la materna– es un pulso supremacista en un país que es un crisol de culturas, tiene visos de perderlo a medio plazo. Actualmente uno de cada cinco estadounidenses es de ascendencia latina, según la Oficina del Censo, y esa comunidad es precisamente la que lidera el crecimiento demográfico hasta el punto de que el 25% de la juventud de EE UU comparte hoy esas raíces. De seguir así esa evolución, uno de cada cuatro habitantes tendrá esos orígenes latinoamericanos en 2060 hasta sumar 119 millones de personas. Para entonces, quizá, el inquilino de la Casa Blanca mire al sur en su árbol genealógico.
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