Logroño dispondrá de una nueva conexión ferroviaria con Madrid, un servicio de futuro presentado por el ministro de Transportes, Óscar Puente, y el presidente de Renfe, Raül Blanco, para tratar de responder a las últimas demandas de La Rioja que, por boca de su presidente, ... Gonzalo Capellán, viene exigiendo desde diciembre dos enlaces entre las capitales regional y nacional que añadir al único ahora existente. En la mejor de las lecturas podría deducirse que, de esta forma, el Ministerio satisface a medias las exigencias riojanas, aunque sería esta una exégesis apenas matemática –un servicio es justo la mitad de dos, no cabe discusión– y, en cualquier caso, demasiado indulgente con una respuesta ministerial que despide aroma de improvisación, de solución de último minuto para acallar los rumores de reivindicación que llegan de la periferia desde las más pequeña de las autonomías.
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El largo silencio que ha seguido en los últimos cinco meses al planteamiento de Capellán para poner a La Rioja siquiera con un poco de dignidad en el mapa ferroviario había permitido, incluso, alimentar la sospecha de que el Ministerio y Renfe iban a ser, esta vez sí, sensibles con la región peor comunicada del Reino; la que soporta trenes, pocos, circulando por infraestructuras del siglo XIX; la que nunca aparece en los planes estratégicos ferroviarios europeos o nacionales. La Rioja, en fin, que incluso se ha resignado a devaluar su siempre desatendida exigencia de verse incluida en la red de alta velocidad para poco menos que mendigar un par de enlaces más con Madrid. Pero, como ha ocurrido siempre en esta materia, solo era una ilusión y la montaña ha parido un ratón. El Ministerio, por lo visto este viernes, solo guardaba silencio porque no tenía qué decir. Y cuando ha abierto la boca, tarde, lo ha hecho para planear una inexplicable, e inexplicada, alternativa mínima, que en el mejor de los casos no llegará hasta dentro de siete meses, ¡siete meses!; y que ofrecerá a los riojanos llegar a la capital de España en algo menos de cuatro horas, ¡cuatro horas!, porque, en lugar de clonar con otro horario el servicio ahora existente vía Zaragoza, alguien ha resuelto interesante explorar la intrincada alternativa oeste por Miranda de Ebro y Burgos.
La respuesta de Puente es, pues, insuficiente porque no atiende a las necesidades de La Rioja, las de sus ciudadanos, las de sus empresas, las de sus expectativas turísticas y las de su futuro. Que, además, el ministro la plantee a siete meses vista es casi un desplante que, además, llega tarde y con retraso.
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