El fin de semana en el que el PSOE ha entronizado al ministro de Transformación Digital y Función Pública, Óscar López, para comandar el partido en una Comunidad de Madrid en la que los socialistas llevan tres décadas fuera del poder ha ratificado una estrategia, ... la patrocinada por el presidente Pedro Sánchez, difícil de reencauzar ya. Una estrategia que desborda la legítima pugna política para adentrarse en el terreno del choque institucional, alimentado por el duelo que han decidido librar, al margen de los intereses compartidos de la ciudadanía, el jefe del Gobierno y la responsable del Ejecutivo madrileño, Isabel Díaz Ayuso. Hasta ahora, los precedentes de colisión entre La Moncloa y dirigentes territoriales –los que debería evitarse en lo posible en un Estado compuesto como el español– remitían a contenciosos cuya conflictividad rebasaba el campo de juego constitucional; fue lo que ocurrió, hace dos décadas, a raíz del 'plan Ibarretxe' y, años después, con el 'procés' independentista en Cataluña. Pero lo insólito es el enfrentamiento, preñado por los personalismos, alentado ahora por Sánchez y Ayuso. Insólito porque es el propio presidente del Gobierno el que opta por intensificar el cuerpo a cuerpo con una líder territorial, identificada como enemiga a batir dentro de la campaña contra «la multinacional ultraderechista» y con el indisimulado objetivo de intentar erosionar el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo. Insólito, también, porque Ayuso construye en buena medida su ejecutoria obviando a la oposición madrileña para buscar la confrontación directa con el presidente del país.

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El resultado es un pulso polarizante que pretende obligar a la ciudadanía concernida a polarizarse a su vez en la guerra banderiza. Con el agravante de que la toxicidad del choque amenaza con inocularse al corazón del Estado de derecho tras la causa abierta por el Supremo al fiscal general por haber filtrado presuntamente datos confidenciales del novio de Ayuso, investigado por supuesto fraude tributario. No cabe que la presidenta madrileña utilice su cargo a favor del interés de su pareja denunciando, al compás, una operación contra ella desde La Moncloa sin aguardar a lo que dictaminen los tribunales. Pero si ya es contraproducente que Sánchez destine a sus ministros a disputar a los barones del PP el poder territorial perdido, lo que resulta del todo inaceptable es que el titular de Justicia, Félix Bolaños, se haya permitido ironizar en el marco del congreso regional sobre los procedimientos incoados rematándolo con un indebido «pa'casa».

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