El regreso de las Glosas Emilianeses a su cuna, el monasterio de Yuso en San Millán de la Cogolla, ha vuelto a chocar con el severo celo, y la negativa, de la Real Academia de la Historia, que las tutela bajo siete llaves desde 1851, ... tres décadas después de que saliesen del valle del Cárdenas afectadas por la desamortización eclesiástica del Trienio Liberal, como tantos bienes de una larga lista de órdenes monacales damnificadas por el afán recaudatorio del gobierno liberal de un país arruinado y una monarquía exangüe. Una tutela que el tiempo y la costumbre convirtieron, al parecer, en título de propiedad a favor de la Academia, que una y otra vez ha desoído con terco empecinamiento las demandas que desde 1978 le han llegado desde La Rioja para recibirlas y albergarlas siquiera temporalmente. Si las primeras negativas se basaron en las falta de condiciones y en la supuesta inseguridad del monasterio de Yuso para darles cobijo, la última respuesta se anuncia respaldada por el informe del historiador bibliotecario Miguel Ángel Ladero, informe de parte a cuyo contenido no han dado publicidad ni su autor ni la institución académica que lo encargó y a la éste pertenece. A falta, pues, de conocer los últimos fundamentos de la Real Academia de la Historia, los de La Rioja están respaldos, al menos y no es poco, por la fuerza moral de quien aspira a recuperar parte de su patrimonio cultural, una parte significativa y sustancial, no para hacer ostentación vana de su propiedad sino para compartirlo como una de sus principales señas de identidad y para potenciar su conocimiento, como ordena, por otra parte, la Ley 7/2004, de 18 de octubre, de Patrimonio Cultural, Histórico y Artístico de La Rioja. Una Ley que obliga no solo al Gobierno autonómico de turno sino a todos los ciudadanos y, por tanto, también al cuadro de representantes políticos que deberían encontrar en esta reivindicación, no por simbólica menos importante, un lugar de encuentro sin disquisiciones. La unanimidad en la demanda aflojaría seguramente la paternalista sobreprotección de la Academia.

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Unidad social y política que, por otra parte, tiene que hacer valer el Ejecutivo riojano en otra reivindicación que, como la de las Glosas, está desantendida por el Gobierno central: la que se refiere al ferrocarril. Cada día que pasa el agravio ferroviario que sufre La Rioja es más intolerable. Donde antes se pidió alta velocidad hoy se exigen conexiones dignas con la capital del reino. El listón se ha bajado hasta cotas mínimas, pero la reacción sigue siendo la misma: el silencio. En lo de las Glosas, al menos, hay respuestas. Negativas, pero respuestas.

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