El juicio iniciado esta semana a Luis Rubiales por agresión sexual y coacciones refleja una manifiesta falta de empatía con Jenni Hermoso, la víctima. No sólo por el bochornoso comportamiento que tuvo el entonces presidente de la Federación Española de Fútbol con ella por su ... beso no consentido y sus posteriores maniobras para mitigar el mal hecho. El problema añadido para la deportista fue el aislamiento padecido por su resistencia a plegarse a la campaña de intimidación y las «hostilidades» que sufrió por ello, según han declarado sus compañeras de selección Alexia Putellas e Irene Paredes. Este será precisamente uno de los asuntos centrales del proceso judicial en el que están llamados a declarar 27 testigos. Los acusados, con Rubiales a la cabeza, lo harán esta próxima semana. El caso debería servir también para erradicar las presiones y la sumisión que han caracterizado una forma de hacer en el fútbol más añejo. Sólo hay que recordar la asamblea en la que Rubiales reiteró su «no voy a dimitir» mientras anunciaba una subida del sueldo al entonces seleccionador y censuraba «el falso feminismo» ante un coro de palmeros que han acabado desfilando en el juicio.

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