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Editorial

Un equilibrio vital

La culpa de Trump en la guerra arancelaria no exime a España y la UE de medir su relación con China para evitar acabar rehenes de ambos

Miércoles, 16 de abril 2025, 22:04

La breve nota, sin aderezos de cortesía, con que la Secretaría del Tesoro de EE UU despachó «la conversación franca» mantenida este martes en Washington ... por el responsable del departamento, Scott Bessent, con el ministro Carlos Cuerpo ha dejado impresa la huella del malestar que el acercamiento de España a China provoca en la Administración Trump que esgrime la amenaza arancelaria. Un disgusto que el propio Bessent había verbalizado hace una semana ante el viaje del presidente Sánchez a Pekín, equiparando, en este contexto, el refuerzo de los lazos comerciales con el Gobierno de Xi Jinping con «cortarse el cuello». Una advertencia, en su crudeza, impropia de la deferencia diplomática con la que un Estado soberano ha de conducirse con otro, en este caso el español, máxime cuando ambos han operado como aliados hasta el disruptivo segundo mandato del magnate estadounidense. Pero una advertencia, también, que describe, aunque sea muy burdamente, el inquietante tablero geopolítico que emerge tras el sinsentido de la guerra comercial emprendida por Donald Trump. El hecho de que éste haya decretado una moratoria en sus intenciones proteccionistas de 90 días excluyendo de la misma los productos chinos y que el gigante asiático haya reaccionado como solo él puede permitírselo –redoblando el pulso– redefine 'de facto' un marco en las relaciones internacionales que apunta a un duelo banderizo por la hegemonía global.

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