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Qué tal vas?
– No sé, rara.
– Bah, como todos.
– Bah, no, que es grave. Esta mañana mi espejo se ha acogido al secreto profesional, no sé si por mala uva o por cortesía, y me ha dejado claro que decía la verdad ... pero no toda la verdad.
– Pues que calle para siempre.
– Hombre, eso es más de bodas. Y si él se calla ¿dónde estoy yo?
– No hay cuidado, tú eres eterna, morena, hay reflejos que superan todas las dimensiones y deslumbran incluso cuando no hay espejos. O cuando no hay novio. Que igual es eso lo que te pasa, que echas de menos los desastres emocionales, esos líos amorosos colaterales que tanta vidilla y veneno regalan. Que son como el coche, no puedes vivir sin ellos y al menor descuido te descalabran.
– Tú qué sabrás, si eres más misántropo que un obelisco.
– Sé cantidad, tengo poderes, oigo voces, veo recuerdos, tropiezo con corazones que son enebros plantados en un páramo y nunca dan peras. Como los amigos, amantes, primos y demás familia que ni en sueños te salen bien. Te veo venir, veo que mandas el espejo al punto limpio y te casas por la única y verdadera iglesia, la santa madre red, pa'toa la vida, o sea, para lo que dure la memoria del «aifone».
– Yo no hago eso, va contra mis principios.
– Tus principios, cari, se basan en atravesar la calle y seguir en la misma acera. Das suicidas giros de 360 grados y siempre votas a los mismos. Y siempre pierdes.
– Jo, eres más cariñoso que un pimiento de hojalata. Algún día ganaremos y la magia electoral hará el cambio.
– La fe y la magia circulan también por la misma acera. Fe es creer en lo que no ves y magia es creer que ves lo que no ves.
– Olvidas que la fe mueve montañas. Ahí están los menhires, los dólmenes, la torres de Dubai y el salario mínimo.
– Cierto, bonita, pero yo no tengo nada que ver con eso y ni me voy a asociar al club alpinista del barrio ni a cantar gregoriano ni largarme al Tibet a soplar toboganes. El gregoriano me apasiona porque es el rap de la Edad Media; los curas azafranados también, porque suenan a banda sonora del Big Bang. Soy retrógrado con sumo gusto, me dan esperanzas los relojes que se atrasan y me permiten creer que todavía llego a tiempo. Otra vez la fe.
– Eso no es fe, es filosofía cuartelera.
– Todas las filosofías van de lo mismo, de dónde venimos, a dónde vamos. Y está chupao, si la profesión más antigua del mundo es la profesión más antigua del mundo, ya sabemos de dónde venimos. Y si Mambrú sigue yendo a la guerra, pues ahí vamos. Es el sentido viscolástico de la vida.
– Buenooooo, lo que sabemos. Con las habilidades, chismes y ocurrencias que hemos aprendido en estos cincuenta años ya somos eso que la moda llama «expertos».
– Pues no te digo con las que nos esperan en los próximos cincuenta.
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