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Diálogo fructífero

Editorial ·

El clima de confianza creado entre el Gobierno y los agentes sociales es un ejemplo para todas las fuerzas políticas ante la pandemia

Domingo, 4 de octubre 2020, 09:44

Lejos de enconar diferencias y atrincherar a los interlocutores en sus legítimas posiciones de salida sin ceder lo más mínimo en aras de un consenso, los destrozos económicos desatados por la pandemia han alumbrado saludables cauces de diálogo entre el Ministerio de Trabajo, los sindicatos ... CC OO y UGT y la patronal. Ello ha favorecido acuerdos a tres bandas sobre cuestiones que en otras circunstancias habrían sido objeto de discordia y enrarecido aún más el clima social. El pacto sobre las condiciones para extender los ERTE hasta el próximo 31 de enero, alcanzado sobre la bocina horas antes de que el Consejo de Ministros se dispusiera a aprobar el decreto por su cuenta, constituye el último ejemplo de un novedoso espíritu de concertación en el ámbito laboral. Aparte de las precedentes regulaciones sobre los expedientes de regulación temporal de empleo, que han permitido salvar cientos de empresas y decenas de miles de puestos de trabajo con una elevado coste para el erario público, el salario mínimo y la nueva normativa sobre el teletrabajo también han sido aprobados por el Gobierno con el apoyo de los agentes sociales. La dinámica de entendimiento que sin alharacas han sabido construir el Ejecutivo, las centrales mayoritarias y la cúpula empresarial en una coyuntura de extrema complejidad representa un ejemplo de que, con voluntad y una sincera disposición negociadora, es posible alcanzar puntos de encuentro aunque los planteamientos iniciales estén lejanos. Resulta poco sorprendente la sintonía de los sindicatos con uno de los Gobiernos más próximos a sus postulados que pudieran imaginar por su composición partidista. Más llamativo es el espacio de confianza generado entre el Ministerio de Trabajo, en manos de Unidas Podemos, y las patronales CEOE y Cepyme, así como la flexibilidad mostrada por todas las partes para privilegiar la consecución de acuerdos explorando los límites en los que pueden moverse y anteponiendo el interés común sobre lo que les separa. Ese talante negociador, que se enfrentará en breve a pruebas de fuego de extrema dificultad como el futuro de la reforma laboral o del sistema de pensiones, debería servir de lección a las formaciones políticas. Si son incapaces de sellar acuerdos básicos en una situación tan excepcional como la emergencia sanitaria y económica que azota al país, demostrarán que no están a la altura de lo que demanda este momento histórico.

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