Diagnóstico y reivindicación
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La gestión de la crisis del coronavirus condicionó el análisis sobre el estado de la región tras diez meses de mandato de Concha AndreuSi el diagnóstico sobre la salud de la región que durante más de dos horas desgranó ayer Concha Andreu partía condicionado por la indisimulada subjetividad de todos los discursos semejantes, en esta ocasión, además, llegaba predeterminado por la aún vívida situación de crisis sanitaria, económica ... y social derivada de la pandemia del coronavirus. Inexcusablemente, esta realidad copó si no todo, sí casi todo el protagonismo de la densa intervención de Andreu. Matemática correspondencia al imperativo de haber dedicado más de una tercera parte de su mandato a conducir una situación sobrevenida y grave sin precedentes. Una acción en la que se reconoció por «haber sabido gestionarla» para alcanzar el que señaló como objetivo principal, «salvar vidas». Y de la que hizo protagonistas, como no podía ser de otra manera, a los sanitarios y a los ciudadanos. Seguramente serían las alusiones a ambos colectivos, profesionales de la sanidad y sociedad civil, los únicos parámetros del análisis presidencial que fueron tenidos unánimemente como acertados. Lo demás, como siempre en estos casos, es cuestión de colores. Fue este primer capítulo un desgranar de actuaciones y decisiones políticas al detalle. Nada menos que «el trabajo de toda una legislatura realizado en un trimestre y en unas circunstancias tremendamente difíciles», refirió Andreu. Entre tanta densidad, la autocrítica que tanto se echa de menos cuando se ocupan los bancos de la oposición no encontró hueco, fue una alusión pasajera y no una actitud. Una palabra pronunciada una vez y, paradojas, para prologar otro clásico de la retórica discursiva: la herencia recibida (referida, esta vez, a «un sistema sanitario debilitado por años y años de infrafinanciación y falta de inversiones»).
Más allá de la gestión de la crisis, tuvo tiempo Andreu para reivindicarse. Reivindicarse como titular de un Gobierno progresista y de izquierdas; reivindicarse como presidenta de todos, «pero en especial de aquellos más débiles» y para reivindicar su compromiso «con el progreso, el cambio, la justicia social, los servicios públicos y los derechos humanos». Diez meses de Gobierno tampoco dan para más. El debate permitió a Andreu dar por cumplidas «las medidas previstas para el primer año de legislatura», repasar las mejores intenciones de su discurso de investidura y, a falta de una salud regional de la que alardear, hacer gala de la que, aseguró, sí disfruta el acuerdo de gobernabilidad que la hizo presidenta.
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