Desvarío autoritario

La declaración del estado de alarma para afrontar con mayor eficacia la emergencia sanitaria y económica desatada por el coronavirus en modo alguno puede confundirse con una alfombra roja para pisotear los fundamentos de una democracia. Es lo que ha hecho con la falta de ... pudor que le caracteriza el primer ministro de Hungría. El ultranacionalista Víktor Orban ha asumido plenos poderes por tiempo indefinido y se ha concedido la potestad de suspender leyes a su antojo, gobernar por decreto sin control alguno del Parlamento y amordazar a los medios de comunicación con la amenaza de duras penas de cárcel por difundir informaciones que, según el criterio del Gobierno, lastren la lucha contra el COVID-19. Orban intenta aprovechar así la pandemia para dar una inaceptable vuelta de tuerca a la deriva autoritaria que ha emprendido desde su acceso al poder en 2010, absolutamente incompatible con los principios y valores que deben imperar en la UE. La Unión no puede permanecer de brazos cruzados ante el paulatino levantamiento dentro de sus fronteras de un régimen que de democrático solo tiene un barniz exterior que va desapareciendo con estas arbitrarias decisiones.