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El día después

CHUCHERÍAS Y QUINCALLA ·

Teri Sáenz

Logroño

Domingo, 15 de marzo 2020, 10:13

No es el momento de mirar con fijación el presente y, por supuesto, tampoco de desempañar el retrovisor. De nada sirve dejarse atenazar por la curva al alza de contagios que se actualiza a cada minuto ni dar vueltas a qué se podría haber hecho ... o se dejó de hacer. Los reproches restan cuando lo vital es actuar tanto como emboscarse en la manera que muta lo cotidiano con cada medida que se decreta. El antídoto para no dejarse contaminar por el ayer ni ahogarse en el hoy es ponerse en el futuro. En ese día después que no tendrá hora ni lugar concreto, igual que tampoco lo tuvo el origen de todo. Será una transición al ralentí. Como un aterrizaje prolongado en el que cuando estemos conteniendo la respiración a la espera de que las ruedas contacten con el suelo ya estaremos recogiendo el equipaje. Ese momento todo tendrá un brillo propio. El caos encontrará el orden quebrado y los agradecimientos ahora de urgencia se tallarán en un monumento en honor al personal sanitario, a los repartidores de alimentos, a quien en vez de sucumbir al egoísmo ha pensando primero en el más vulnerable al riesgo. El diccionario se abrirá por la palabra solidaridad y el catálogo de las prioridades tachará para siempre lo supefluo. Seremos conscientes de que ese instante ha llegado no cuando la palabra –que para combatirla no pienso pronunciar– desaparezca de todas las conversaciones, sino cuando lo banal vuelva a hacerse fuerte. Además de seguir las recomendaciones, más saludable que no dejarse llevar por el miedo es blindar la memoria. Acordarse de ensalzar mañana lo que tanto hemos descubierto valorar hoy.

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