El Ministerio de Sanidad ha decidido dejar de facilitar los datos de la evolución de la pandemia de coronavirus los fines de semana «dada la evolución epidemiológica en nuestro país». La actualización de los datos se realizará, por tanto, los lunes «salvo que sea necesario adelantar esta comunicación», explicó el ministerio.
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Seguimos en lucha contra el coronavirus y precisamente ayer la sombría contabilidad de contagios y decesos que desgrana a diario la administración registró la mayor cifra de fallecidos desde que se cambió la metodología en mayo. Se entiende mal que, repentinamente y sin justificación alguna, se tome la decisión de poner en suspenso la comunicación durante el fin de semana. La información no es una concesión del poder sino un derecho de la ciudadanía, que no puede ser hurtado en ningún caso y mucho menos cuando se trata de contabilizar víctimas de una terrible epidemia.
El Gobierno suma con esta una polémica más a las que ya arrastra en cuanto a transparencia. Si el cómputo de fallecidos muestra incongruencias con otras estadísticas y la nueva metodología siembra confusión, no es menos grave que se hurte a los ciudadanos, aunque sea de forma temporal, el conocimiento de lo que pasa.
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