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Desgaste

CHUCHERÍAS Y QUINCALLA ·

Teri Sáenz

Logroño

Domingo, 24 de mayo 2020, 10:03

Deténgase un instante a recordar el día que se decretó el estado de alarma y el confinamiento se hizo obligado. Tal vez en el mismo ejercicio de memoria pueda remontarse un poco más atrás, cuando en Italia se adoptaron medidas análogas y veía con una ... mezcla de incredulidad y pavor cómo la policía patrullaba las calles de Lombardía instando a no salir de casa. Evoque aquel pasado tan reciente que se antoja remoto en el que experimentó una bravura inusitada ante un desafío desconocido. Juntos lo conseguiremos, un día más es un día menos, nadie se quedará atrás, la crisis nos hará mejores y tal. Compare aquel ímpetu en el que fue apelado como el eslabón de un todo inquebrantable con la atonía que quizá ahora mismo le embarga. No le duelan prendas en reconocer que el entusiasmo original espoleado por la incertidumbre ha declinado. Que la convicción con que encajó aquel grito colectivo se ha ido erosionando y hasta le da pereza salir a sentarse en alguna de las terrazas que tanto añoró cuando estaban vetadas. El pijama ha mutado en su uniforme de trabajo, a las zapatillas de paño con las que anda por casa se les ha despegado la suela y ya no sabe bien si la próxima comida corresponde al desayuno o la cena. Sus síntomas son los que padecen otros como usted, por más que cuando se cruza con ellos por la calle o en el rellano lleven puesta una mascarilla de optimismo. El mal que sufre se llama desgaste, afecta a lo emocional sin perjuicio de trastornos físicos que dificultan encontrar las palabras adecuadas y se cura con, con, con, con...

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