El argumentario escogido por EE UU para tratar de justificar el repliegue de Afganistán hace descansar toda la responsabilidad de la debacle de estos últimos días en las autoridades del país. Y es evidente que el éxito de la ofensiva de los talibanes provincia tras ... provincia hasta llegar a la capital en menos de dos semanas se benefició de la absoluta inoperancia del ejército y las fuerzas de seguridad locales, 300.000 soldados y policías que se limitaron a franquear el paso al nuevo poder. Por miedo a la ferocidad de los 70.000 milicianos o mediante acuerdos de gobernantes locales con los atacantes. En todo caso, la estructura militar que la coalición internacional formó y a la que dotó del avanzado equipamiento en el que ahora se pasean los insurgentes se ha revelado un fiasco. Culminado por la huida del presidente Ashraf Ghani, el segundo de los mandatarios a los que el apoyo armado aliado mantuvo al frente de una Administración corrupta y sin ascendiente en el conjunto del territorio. Como había ocurrido con el primero, Hamid Karzai, en medio de una ficción de democracia sustentada en sangrientos y fraudulentos procesos electorales.

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Por Joe Biden sabemos que la operación 'Libertad Duradera' no perseguía sacar a Afganistán del atraso y la falta de libertad, sino garantizar que su territorio no volvería a servir para organizar ataques contra los estadounidenses. El discurso del presidente desde la Casa Blanca, forzado por el caos que siembra la retirada, constituye una ratificación impúdica de lo que ya habían deparado dos décadas de ocupación, un balance de decenas de miles de muertos y el desconocimiento de la realidad del país. La deficiente o errónea gestión de Inteligencia que ha complicado la evacuación de Kabul y mantiene en el aire la salida de los trabajadores locales que ayudaron a los ejércitos ocupantes se extiende ahora a las verdaderas intenciones de los talibanes. Su anterior etapa al frente del país avala sin duda la huida de civiles y el temor por los derechos de las mujeres y las niñas. Por eso solo puede preocupar la descoordinación y el desconcierto que proyecta la comunidad internacional, y en particular la Unión Europea, a la hora de afrontar las consecuencias del futuro emirato integrista: la necesidad de atender a los refugiados, y no solo de evitar que lleguen a nuestras puertas, y el atento seguimiento de cómo influye en la seguridad mundial la nueva situación en Afganistán.

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