Hasta 16 elementos culturales e históricos de La Rioja forman parte de la conocida Lista Roja del Patrimonio en la que la Asociación Hispania Nostra recoge desde hace unos años, a modo de denuncia, los bienes patrimoniales diseminados por España que se hallan en estado ... de abandono y cuya supervivencia corre peligro. Un puñado de ermitas, viejas iglesias de aldeas semiabandonadas, algún puente que en su día fue orgullo de la ingeniería pontonera y de la sierra riojana y hasta un puñado de bancos de piedra forman la alineación que representa a la región en esa vergonzante nómina de acervo en peligro de desaparición. Los recientes colapsos de los puentes de Arenzana, primero, y Mantible, más recientemente; y el derrumbe, el pasado domingo, del edificio conocido como 'palacio' de Inestrillas, en la pedanía del Alhama, han devuelto al primer plano de la desmemoriada actualidad la existencia en La Rioja de otros activos del patrimonio común que reclaman una intervención de urgencia. Aunque solo sea para frenar su deterioro e impedir que su estado alcance la temida irreversibilidad que se ha llevado ya por delante a los antes citados y, como estos, a otros muchos testimonios de nuestra historia, hoy desaparecidos por la imprevisión o la desidia, cuando no por la ignorancia. O por la nula funcionalidad y el desapego y falta de conciencia de propiedad sobre el bien a proteger. Estos han sido factores comunes negativos en los tres últimos fracasos patrimoniales: los puentes desplomados y la casa de Inestrillas no cumplían ya la función para la que fueron levantados; y los tres, aunque tuvieran 'dueños', han sufrido en realidad como auténticos 'huérfanos'.
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El interés popular, articulado a través de asociaciones o modestos ayuntamientos tan escasos de recursos como sobrados de cariño por 'lo suyo', ha sido en la historia reciente el mejor antídoto contra el mal que afecta al patrimonio arquitectónico y cultural de la región. Porque la proximidad física genera afecto no solo entre las personas. Los ejemplos de Agoncillo y Nalda, cuyos castillos han sido, o están siendo, recuperados, o el de Canales de la Sierra y su teatro son paradigmas de esa capacidad para contagiar la sensibilidad a instituciones que, como la Dirección General de Cultura de La Rioja, se escudan en un incomprensible «es imposible tenerlo todo controlado». Tan imposible como tenerlo casi todo, en materia patrimonial, olvidado.
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