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Desafíos

DESDE EL MIRADOR ·

Martes, 31 de agosto 2021, 02:00

Ahora que es posible volver a viajar, aunque restringidamente, recuperamos una de sus funciones: contrastar contextos más allá del habitual.

Noruega es un país precioso medioambientalmente, ordenado, democrático y acogedor, además de una de las economías más saneadas de toda Europa. Estar en ella ofrece, ... entre otros, el contraste del bajo precio de la energía eléctrica frente al abusivo coste en España. Sin embargo, también sorprende la dificultad de encontrar productos propios (salvo de alimentación) hechos en Noruega u otro país vecino. Es una proeza localizarlos sin la doble etiqueta: 'designed in Norway', 'made in China'. Juguetes, ropa, electrónica, decoración, souvenirs noruegos (trolls, renos, bolas de nieve, objetos de madera tradicionales y hasta gorros o calcetines) tienen diseño nórdico, pero manufactura mayoritariamente china. El argumento del menor coste de mano de obra produce sensación de tristeza, y casi abandono, de nuestra originalidad productiva en manos de otro entorno que se erige como superpotencia económica. Y no sucede solo en Noruega. Valga como ejemplo que desde marzo a diciembre de 2020 China exportó 224.000 millones de mascarillas mundialmente, lo que supone unas 40 por persona... y sigue.

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