Parece que el mundo globalizado sufre un atasco. La crisis de las cadenas de suministro y el desabastecimiento de ciertos productos desatan el debate sobre la reformulación del modelo de Occidente como ensamblador de componentes chinos.
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A la falta de provisiones se une el temor ... a un apagón eléctrico, alertan algunas voces, junto al de una posible guerra gasística. Y todo ello amenaza nada menos que la Navidad. Los Reyes Magos preocupados están también. ¿Cómo y con qué van a llenar sus sacos? Que la magia llega hasta donde llega.
Y mientras frente a esa crisis de la globalización Francia se reinventa, reindustrializa, desglobaliza y relocaliza, nosotros agotamos los hornillos.
Así que yo me he pertrechado también con un infiernillo (con quemador de alcohol) y velas. Y papel higiénico. Papel higiénico, siempre. Que no nos pille la desglobalización sin papel higiénico. Que nosotros no somos franceses: somos españoles.
Pero no temo yo tanto a los apocalípticos y poco previsibles apagones como al creciente aumento de casos de COVID. Ese escenario ya conocido que puede hacer tambalear las reuniones navideñas.
Por ello, me he aprovisionado también de turrones y mazapanes. Levadura, que luego se acaba en los lineales del supermercado. Cartulinas de colores para el día 6 de enero donde pondré 'Vale por...'. Pero, sobre todo, me he avituallado con mascarillas FFP2 y firmes propósitos de cumplir las normativas sanitarias en la lucha contra el COVID. Que también de eso hay desabastecimiento.
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