Derribar por derribar
CARAS, CARETAS Y CAROTAS ·
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CARAS, CARETAS Y CAROTAS ·
Sí hubo un genocida enrolado ya en el primer viaje del almirante... pero no era Colón. Fue un microbioNo entiendo qué es lo que pasa por la cabeza de los racistas. ¿Cómo el hecho de que se tenga en la piel una u ... otra pigmentación puede molestar a alguien? No lo entiendo.
Fue allá por el ochenta y tantos la primera vez que visité Sudáfrica. El 'apartheid' estaba dando sus últimas bocanadas. Oficialmente las últimas las dio en el noventa y dos. Oficialmente. En las playas, en los autobuses, en los baños, en los hoteles, cientos de carteles rezaban por todas partes: 'Whites only' (Solo blancos). Una injusticia que el tiempo, los hombres y las leyes se encargaron de solucionar. De aquello ya han pasado treinta años.
Allá por la tercera semana de mayo sucedió en EE.UU. un hecho luctuoso. En la ciudad de Mineápolis, en el estado de Minesota y como resultado de su arresto por cuatro policías locales, murió el afroamericano George Floyd, lo que en cuatro días generó en buena parte del mundo una oleada de indignación y protestas en contra del racismo y la xenofobia. Excuso decirles que esta muerte, como tantas otras del mismo signo, me parece terrible.
Tras lo sucedido, el movimiento 'Black lives matter' (Las vidas negras importan) está propiciando una serie de ataques contra la figura de Cristóbal Colón. Le acusan de genocida. A la hora de escribir estas líneas ya son cuatro las estatuas destruidas dedicadas al descubridor de América. Cuatro estatuas de don Cristóbal... por ahora, porque cómo no estará la tropa de despistada que hasta la presidenta de los podemitas catalanes, de cuyo nombre no quiero acordarme, ha pedido derribar la estatua de Colón en Barcelona. ¡Toma castaña!
La verdad es que sí que hubo un genocida enrolado ya en el primer viaje del almirante. Hora es de decirlo. Un genocida despiadado e inhumano. El único genocida al que hoy se le debe la muerte de millones de americanos. Sí que lo hubo... pero no era Colón. El causante de tantas muertes fue alguien mucho más pequeño, alguien casi insignificante... fue un microbio.
Estamos hartos de oír cómo a los protagonistas de la obra de España en la conquista y colonización de América se les llama genocidas. Sencillamente es imposible pensar que, en aquellos tiempos, las armas mataran más que las enfermedades. Creer que un Hernán Cortés o un Francisco Pizarro, con media docena de caballos y unos cientos de hombres pudieran acabar con dos imperios tan organizados como el azteca y el inca es desconocer la realidad de la historia. Una realidad que hoy parece repetirse con ese genocida COVID-19.
Por eso, y ya para terminar, me permito desde aquí dar un consejo a la señora presidenta de los podemitas catalanes. Muy presidenta de ellos: si en alguna otra ocasión va a volver a proponer derribar la estatua de Colón, no vuelva a leer libros de historia, en caso de hacerlo corre el peligro de saber por qué las estatuas de Colón no deben ser derribadas. Pero en fin, no importa, usted a lo suyo que como dice uno de sus refranes: De Joseps, Joans i ases n'hi ha a totes les cases. (Josés, Juanes y burros los hay en todas las casas) Nada más. Hasta el domingo que viene, si Dios quiere, y ya saben, no tengan miedo.
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