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Permitir la egolatría, el individualismo, la desvalorización de la ética como guía de conducta estableciendo los límites que impiden traspasar líneas rojas indicadoras de que conseguir la satisfacción y bienestar personal altera el bien común y los derechos humanos de los demás (personas, colectivos o ... naciones), conduce a lo que estamos reviviendo con horror: la guerra unilateral.
Cuando la falta de ética en la conducta diaria se eleva al nivel de la toma de decisiones colectivas de gobierno, guiadas por el 'bien' inmediato de anhelos autocomplacientes ilimitados, enmascarados con argumentos supuestamente lícitos y posibles, emergen conflictos recurrentes en manos de dirigentes egocéntricos y psicópatas con abuso de poder y estrategias de simular una falsa realidad que aporta un bienestar particular a costa del horror para los demás.
Falta de ética es la ausencia de empatía y abuso, o acoso velado en las relaciones personales y profesionales para conseguir objetivos individuales. Es valorar y actuar en función de lo que es fácil, cómodo, útil o beneficioso para uno mismo. Es desconocer los límites de la conducta, creer que todo es posible y justificable si permite conseguir lo deseado. Es no considerar las repercusiones de una acción pensando que el fin justifica los medios, aunque elimine los derechos y valores de otros. Poco a poco, escalón a escalón social, se llega a confundir verdad con mentira, bien común con autocomplacencia, secundado por secuaces y mequetrefes carentes de ética si obtienen beneficios. El miedo, la censura y las medidas contra los que ponen un punto de realidad o son obstáculo para lograr las miras ególatras, van allanado el camino. La realidad deja de ser la objetiva para convertirse en la del ególatra sin límite. Lo peor es que lo permitimos; el ególatra hace, finalmente, lo que se le permite hacer.
Un ejemplo extremo es la invasión de Ucrania a cargo del sátrapa ruso decidido a ampliar su poder criminalmente a costa del sufrimiento de los suyos y, especialmente, el de los masacrados. De nuevo la barbarie que recuerda a otros dictadores que arrasaron Europa recientemente. ¿Dónde están la Declaración de Derechos Humanos, las alianzas y los avances diplomáticos conseguidos tras otros cruentos desastres? La historia se repite en un mundo cada vez más frágil e inseguro sin aprender de errores pasados.
La grave deriva actual solo es superable con la diplomacia y restablecimiento de límites éticos. Que no nos dejen sin futuro, sin paz y sin democracia.
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