El Ejército español ha reaccionado con buenos reflejos ante el reto de repatriar al personal español de Afganistán y a los naturales del país que han trabajado para él. Se han habilitado en la base de Torrejón unas dependencias provisionales centralizadas para acoger a los ... recién llegados mientras tramitan el asilo o son transferidos a otros países de la UE, tras viajar desde el aeropuerto de Kabul, una caótica instalación protegida por unos 4.000 soldados norteamericanos que Washington ha tenido que desplegar de nuevo. Es difícil de entender que los EEUU, después de veinte años en Afganistán no hayan sido más previsores. Ayer, Boris Johnson pidió a Joe Biden que demore unos días la salida final para dar tiempo a repatriar a todos cuyas vidas peligren. Pero el pacto suscrito por Trump y los talibanes en Doha (Qatar) establece claramente que el punto final de la ocupación tendrá lugar el último día de agosto, y un portavoz de los islamistas advirtió de que si se produce un retraso «habrá consecuencias», expresión nada grata en quien hace diplomacia con un kaláshnikov en la mano. De cualquier modo, se da por sentado que, como dijo la ministra de Defensa española, la misión actual solo puede mantenerse mientras permanezcan en Kabul los efectivos americanos que dan relativa seguridad al aeropuerto, aunque nadie excluye la posibilidad de un atentado del Estado Islámico, enemigo mortal de los talibanes. Robles ha calificado de «fracaso sin paliativos» la operación diseñada por Washington que dice bien poco en favor de la primera potencia mundial. La popularidad de Biden ha caído en picado en Norteamérica, pero más serio es todavía el hundimiento global del prestigio americano, ya que se suponía que los Estados Unidos, y en especial el Partido Demócrata, tenían una vocación intervencionista de defensa activa de la democracia y los derechos humanos. Y aunque el fin de la guerra de Afganistán tiene su lógica interna, se pudo culminar con más gallardía y cuidando la posición y la vida de quienes han apoyado a Occidente en el interior. No es extraño que en estas últimas horas el alto representante de la UE, Josep Borrell, y varios líderes europeos hayan manifestado la necesidad de contar con un Ejército europeo. Hoy tiene lugar una reunión virtual del G-7 encaminada a evitar una grave crisis humanitaria en Afganistán. Habrá que ver qué sale de este encuentro, aunque de momento es poco inteligible el vacío dejado por Biden en la comunidad internacional.
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