Como aquellos viejos muñecos, Epi y Blas. Algunos políticos españoles deben repasar la diferencia entre esos dos adverbios. Los de Esquerra Republicana mayormente. Aunque tampoco les queda lejos el dilema a Vox y a algunos miembros del PP y del PSOE. Para el común de ... los mortales con un coeficiente intelectual algo más alto que el de una tortuga la cuestión parece clara. Pero no así para, por ejemplo, Pere Aragonés y sus compañeros. Ayer se enfrentaron a esta cuestión. Estaban dentro y estaban fuera de la cumbre hispano francesa, emulando el divino don de la ubicuidad. Dentro de la cumbre, fuera de la cumbre. Quizás, escondiendo la cabeza dentro del caparazón, pensaran que estaban dentro al mismo tiempo que estaban fuera.

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La realidad es que queriendo estar en las dos partes, realmente no estuvieron en ninguna. Dentro le pidieron a Macron -gran europeísta y por tanto acérrimo enemigo de los nacionalismos miopes (nacionalismo y miopía, lo sabemos, es una redundancia)- asistir próximamente a estas reuniones en calidad de representantes de un país independiente. Es decir, estaban fuera. Y fuera, Oriol Junqueras, salió escaldado de la manifestación contra la cumbre después de escuchar cómo le pitaban y lo llamaban Botifler. El máximo insulto por los independentistas reservado para los vendedores de la patria. Es decir, para los independentistas de pura cepa, Junqueras y Esquerra, estaban dentro. Con los imperialistas de Madrid y París.

Los políticos suelen tener ese afán por lo ubicuo. Quieren estar en todas partes, arañar votos a diestra y siniestra. En campaña electoral peregrinan a los mercados, las vaquerías, juegan a la petanca o hacen el salto de la rana. Son taurinos y antitaurinos, del Real Madrid y del Atleti, lo que haga falta. Pero ayer, tras los abucheos de fuera y el ridículo de dentro, puede que alguno se replanteara ese asunto tan elemental pero que ellos viven no solo como el dilema hamletiano del ser o no ser sino como la paradoja del gato de Schrödinger, ya saben ese gato encerrado en una caja con veneno que según los físicos/filósofos puede estar vivo y muerto al mismo tiempo. Fuera de ese campo teórico y paradójico, se está muerto o vivo. Se está dentro o fuera. La estrategia de Esquerra ante la importante cumbre era, naturalmente, electoral. No perder los votos de un lado y de otro. Pero no salió bien la jugada. Hay que ser muy devoto -como lo son algunos seguidores de Podemos, expertos en la práctica de ese dentro/fuera- para comulgar con una actitud y su contraria. Lo del gato de Schrödinger es un misterio, pero ayer, a los de Esquerra, se les vio todo el plumero.

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