Democracia y bienestar animal
LA PLAZUELA PERDIDA ·
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LA PLAZUELA PERDIDA ·
El DRAE define democracia así: «Sistema político en el cual la soberanía reside en el pueblo, que lo ejerce directamente o por medio de representantes». ... Hasta aquí, todos de acuerdo, pero una cosa es la teoría y otra la práctica. Nadie, ni las peores dictaduras, reconocerán nunca que no son una democracia. Así, se dedican a poner adjetivos a la palabra «democracia» y podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que, cuando la democracia lleva apellido, no es una democracia. Los ejemplos más llamativos son las «democracias populares» de los viejos países comunistas, que han sido las más estrictas dictaduras de la historia, sin reconocerlo; o la propia dictadura franquista, que se inventó el nombre de democracia orgánica y organizó unas elecciones a las Cortes, en las que se elegían procuradores por los tercios familiar, sindical y municipal, si no me falla el recuerdo. Es que la palabra «democracia» gusta mucho a los dictadores y a los aspirantes, que de todo hay.
Llama mucho la atención, lo que a mí me parece una perversión de la democracia, cuando una minoría se arroga la representación de todos. Me explico: Pongamos que un partido ha conseguido un 10% de los votos, pero, por la teoría de números, los necesita un partido importante para gobernar y el primero aprovecha para imponer sus ideas. Hasta ahora, este hecho se había repetido y se solía solucionar con concesiones políticas y, sobre todo, económicas, que llevaban a la paradoja de que, aquellos que propugnaban «dar más a quien más lo necesita», acababan dando mucho más a quienes más tenían, autonómicamente hablando. Sin embargo, ahora, el pequeño ha decidido sacar leyes adelante y, como el grande lo necesita para seguir en el poder, cede y aprueba esas leyes que no hubiera dictado por sí mismo, con lo cual una minoría ridícula acaba imponiendo sus leyes a la mayoría, a veces con resultados desastrosos, como hemos visto con la ley del 'solo sí es sí'. El paradigma de esta especie de perversión democrática es, para mí, la llamada ley de bienestar animal. Los socialistas la aceptan porque necesitan a Podemos para gobernar; Podemos la propone porque tiene en su coalición a parte de los animalistas-ecologistas y han de dejarles hacer algo; el resultado es que un 1% o un 2% de los votantes impone su ley a todos los demás. ¡Manda democracia! Y sin dejarse aconsejar por Consejo de Estado, Poder Judicial, Colegio de Veterinarios, etcétera, pues, como están en posesión de le verdad, todo vale. Igual que Stalin, pero sin asesinatos.
Parece razonable que, cuando cambie el Parlamento, esas leyes sean derogadas por falta de 'quórum' democrático. Por no utilizar la palabra «chantaje», que no me gusta.
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